Sinfonía del placer

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Nayelí percibió un dulce aroma a vino, que se extendía magicamente por todo su camino, en el sendero de un placer indescriptible cuando la chica, abrió sus ojos en mitad de lo que dedujo inmediatamente sería un sueño placentero. Frente a ella había tres hombres de estaturas similares, con origenes etnicos distintos, el que estaba a su derecha era un hombre alto, de pecho aplió y musculos poco definidios, con una barba pequeña, definiendo los perfiles de su rostro en una expresión armoniosa que resaltaba una sincronía con su mirada de color miel y una sonrisa encantadora. El hombre de enmedio tenía un cuerpo robusto y musculos más grandes, su piel era acaramelada con una belleza marroquí muy marcada, su pecho era belludo y en su brazo se podía ver un tatuaje con diferentes lineas que recorrían su brazo perfectamente marcado, su barba era un poco más prominente pero lo que más impactaba eran sus ojos verdes. El sujeto de la izquierda tenía el cuerpo más definido de los tres, su piel era oscura como de hermoso ebano tallado, con un bigote y barba hermosamente recortado y una sonrisa inquieta y traviesa que contagíaba la alegría de verlo. Nayeli se sintió excitada en ese momento, ya había tenido sueños sexuales antes, pero nunca uno con tres hombres hermosos y bien provistos en su cuerpos y rostros. 

Los tres hombres vestían atuendos negros con un pantalón de tela que se mecía con el viento y se extendían en todo momento, con sus pies descalzos y el torso desnudo, sobre sus cabezas llevaban un belo de color negro que dejaba ver perfectamente sus rostros con una corona de oro que los protegía en todo momento. 

Nayeli estiró sus manos deseosa segura de que la experiencia sería placentera, aunque sabía por experiencia que los sueños eran muy cortos y que se despertaría desgraciadamente demasiado pornto. 

--- Mi nombre es Deseo, dijo el hombre de enmedio 

---- El mío es Placer dijo el de la izquierda 

---- Y el mío es Cariño, explicó el rubio del grupo 

---- Nombre si el nombre es lo demenos, papitos, yo lo que quiero es un besito --- Explicó Nayeli emocionada por la primera interacción con ellos. 

---- Lo que debes de hacer es nombrarnos y cada uno te llevara a su propio reino, puedes invocarnos a dos o a los tres al mismo tiempo, dependerá de lo que decidas hacer con cada uno de nosotros. Si has entendido las reglas de este encuentro, por favor, enciende esta vela y que comience nuestro encuentro. 

Deseo estaba al frente y sostenía una vela de cera blanca con sus manos desnudas tan alta que llegana hasta su pecho. 

---- La vela marca el tiempo que tienes con nosotros, cuando se consuma  por completo habrá terminado nuestro encuentro

Explicó Cariño, el hombre rubio del grupo. 

---- ¿Qué pasa si no tengo fuego? 

Preguntó Nayeli preocupada 

---- Ese sale directo de tu alma, explicó Placer llevando las manos de Nayeli en dirección a su pecho, sintiendo como un fuego de tamaño alto nacía entre sus manos. 

Nayeli se sorprendió cuando notó el fuego encendido entre sus manos y sintió la radiación que emmanaba de aquella llama brillante, acercandola timidamente en dirección a la vela que sostenía Deseo. Una vez encendida, Los tres hombres se arrodillaron frente a Nayeli y permanecieron silencio en espera de la orden. 

---- Muy bien, quiero empezar con Deseo---- Exclamó la mujer emocionada  con la idea de una dulce fantasía realizada. 


La habitación de Nayeli sufrío una transformación inesperada, de forma repentina la alfombra se llenó de un color dorado que se extendió sobre el suelo y cubrió todo por un dulce momento, en ese instante Nayeli sintió la brisa de la arena en mitad de un desierto que se extendía por todo el cuarto, hasta donde la mujer podía poner sus ojos, sólo miraba el horizonte que se iluminaba en un destello de luces bajo las estrellas, su cama seguía intacta, pero ahora la rodeaban grandes charolas de plata que contenían distintos alimentos, mientras que el hombre de músculoso cuerpo comenzaba a subir por el borde de su cama, dominante y poderoso, con esos enormes ojos verdes que la atrapaban, Nayeli se recostó sobre su cama y percibió el aroma del cuerpo del Deseo, mismo que nació en sus pensamiento y probó timidamente en un sublime instante a través de un beso, sus labios eran gruesos y de cierta forma romanticos, los mordío y experimento como si se tratara de un delicado fruto, la pulpa de sus labios, sintiendose apasionada por el liquido recorriendo su garganta, Deseo se posicionó sobre su cuerpo y comenzó a besar su cuello, recorriendola lentamente con su lengua, estimulando cada parte de su piel, explorando los rincones ocultos que había en él. Desnudó sus senos y se los llevó a la boca, Nayeli nunca había estado conforme con su tamaño pero no dudo en entregarselos; aquel atractivo hombre los aprisionó entre sus manos y comenzó a lamerlos, mirando con sus ojos verdes los ojos de la mujer que se ponían en blanco, los apretaba con sus labios y los mordía ligeramente, para luego ser un poco más rudo con ella y apretarlos más fuerte, bajando por su abdomen dibujando una serpiente de saliva con su lengua recorriendo su barriga y haciendo un circulo en su vientre, levantando sus piernas, para retirar la ropa interior de la mujer, que no se había rasurado en un buen rato, pero al Deseo poco le importó y continuó besandola, levantando sus piernas y lamiendo sus pantorrillas, llegando a los dedos de sus pies, lamiendolos con cálidez, pasando su lengua por entre los pliegues de sus dedos, dejandolos húmedos en todo momento, regresando sus labios y mordiendola un poco, estilumando en extención todo su cuerpo, hasta llegar a sus labios y comenzar a besarlos. Deseo extendió sus manos y destapó una de las charolas de plata, donde había uvas y otras frutas deliciosas, que llevó a la boca de la mujer desnuda entre los pliegues de su cama y colocó la dulce pulpa sobre su boca, sivriendo vino para luego regresar al lugar del que había partido, lamiendo con enteresa el sexo de la mujer que se estremecía con brutal ligeresa, retorciendo su cama con sus manos apretadas, mientras aquel hombre se desnudaba. La mujer lo miró presa de su deseo, observando el tamaño del sexo en aquel varonil cuerpo. Ningún hombre antes habría tenido un sexo tan abultado, parecía que algo lo tuviera apretado y ello hiciera que se excediera en su colosal diametro 

El Violín NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora