Regreso.

969 41 5
                                    

Al principio el miedo recorrió todo mi cuerpo, imaginando lo peor, pero luego conecté las neuronas y me di cuenta de que Manín que era nuestra mayor amenaza estaba muerto hace mucho tiempo, no conocía a nadie más capaz de hacernos daño. Pensé en alguna obsesionada con Charly, pero luego recordé que sí me había comentado alguna vez que su abogada al principio estaba interesada en él, pero que cuando conoció a un nuevo compañero de trabajo, Clarckson, se enamoró de él, así que ella no era, Juancho tampoco era, está obsesionado conmigo y no querría matarme, solo nos quedaba en la lista alguna fanática loca de las suyas, que haría cualquier cosa por Charly.
Al llegar a esta conclusión sonreí incrédula y guardé el papel en mi bolsillo. Parecía una estúpida al pensar eso.
Al cabo de un rato llego Charly, y yo estaba en el jardín de la casa con una botella de vino entre mis piernas.

—Ya llegó por quién llorabas, princesa — exclamó Charly creído, dejando unas bolsas encima de una mesa.

—¿Que traés ahí?

—Nada, pues un vinito, unos quesitos, fruticas, y esas cosas, princesa— se acercó a mí y me dió un pico, para dejarse caer a mi lado y tomar la botella para beber del pico de esta.

—¿Viste a Erick?

—No, pero sé que ya todo está tranquilo, todos piensan que ando de rumba, y que vos estás tomándote un descanso.

—¿Por qué será que todos piensan que estás de rumba?— pregunté con ironía.

—Ah pues no sé princesa, envidia de la gente, supongo— soltó una risa.

—Sí, será por eso— le seguí la risa.

—¿Y qué hiciste acá? Tan solita y sin mí.

—No mucho, Charly, ya estoy cansada de estar acá, ya todo el peligro pasó, llevamos dos días y estoy como pez fuera del agua.

—¿Ya te querés ir?

—No, bueno, sí, extraño a Erick, y a la ciudad, lo extraño todo.

—¿Querés renunciar a nuestros nidito de amor?— preguntó haciendo un puchero lo que provocó que yo soltara una risa.

—Idiota.

—Si eso es lo que querés, mañana mismo a primera hora estamos en Medallo.

—Gracias, Charly, en serio.

—Pero mientras tanto ¿Que querés hacer?— pregunto con una mirada traviesa.

—Eh aver María, parecés adolescente, ¿vos no te cansas?

—De vos, nunca.

—No seas meloso, Charly.

—No lo soy, es la verdad.

Reí por lo bajo. Él se me acercó y me dió un pico.

—Si tus fans se llegan a enterar…creo que nos matan.

—¿Por qué decís eso? En defensa de ellas, tengo que decir, que son un poco loquitas, pero como no serlo con este monumento— se señaló a sí mismo y yo aproveché para darle un codazo.

—No, es en serio, están locas, Charly.

—¿Por qué lo decís?

—Mirá esto

Tomé la nota que la había dejado guardada en mi bolsillo y se la entregué. Charly la leyó muy cauteloso y frunció en ceño ante la duda.

—¿Esto te lo enviaron?

—Estuvieron tocando la puerta cuando estaba sola, y al rato cuando me levanté del sillón vi la nota esa, no abrí por miedo.

—Ah, ¿y por qué tuvo que haber sido una de ellas y no el loco de tu ex-pez?— hizo una mueca de fastidio.

—Porque vos sabés perfectamente que él lo que quiere es que esté con él, no hacerme daño, y me están amenazando a mí directamente, no a vos.

—Princesa, esto es una locura, debemos cuidarnos muchísimo, esto debe de haber sido solo un juego, ya, tranquila.

Se acercó a mí y me dió un beso en la frente para tranquilizarme.

—No lo sé, Charly.

—Aquí estoy yo para cuidarte ¿si?

Asentí.

—Está bien.

—Hey, levanta esa mirada, a ver, ¿que te parece si volvemos a la ciudad y te dejo en tu apartamento?

—Pero no dizque romper nuestro “nidito de amor”— hice unas comillas con mis dedos cuando dije eso.

—Lo que a vos te haga feliz a mi también…además, vos no te vas a olvidar de mí, principalmente porque voy a estar todo el día siendo tu sombra.

—Eh ave María, bueno, vámonos.

—Recogé las maletas que ya salimos.

***

Cuando llegamos a la ciudad Charly me dejó en el apartamento que ya había amueblado antes de que Juancho “me secuestrara”, por así decirlo, no sin antes su sesión de picos, caricias y ñoñerías antes de irse, le costaba mucho.

Al entrar a mi apartamento sentí un alivio tremendo, puede que allá haya estado cómoda, pero ya me aburría. Lo primero que hice fue buscar a Erick por toda la casa, al no verlo tomé mi celular y lo llamé para decirle que viniera, que ya estaba acá, que tenía deseos de verlo, me dijo que estaría aquí en un rato y colgó.

Aproveché el tiempo que se demoraba para tomar un baño y cambiarme la ropa, además de desempacar las maletas.

—Máaa, ¡Llegué!

Sentí gritar a mí hijo, y corrí lo más rápido que pude para verlo.

—Amooor —lo envolví en un abrazo— ¿Que más? ¿Estás bien?

—Sí, amá, tranquila, estoy bien, ¿vos?

—Bien mor. Te extrañé mucho —tomé sus mejillas en mi manos y acuné su cara.

—Yo también a vos. —sonreí.

—Ma, Juancho ha estado como loco.

—¿En serio? Pues, mirá, él no es mi jefe, y si después de haberme…

—Ma —me interrumpió.

—Decime.

—Ya sé que fue lo que te hizo, no me tenés que contar…fui yo quien le dijo a Charly.

Me quedé ahí, en blanco, no me imaginaba que hubiera sido Erick, ni siquiera sabía cómo lo supo.

—Pero, ¿c-cómo vos lo sabías?

—Te escuché hablando con Zulma aquel día por teléfono.

—Erick, muy mal espiar conversaciones ajenas.

—Ya sé mamá, pero pues de algo sirvió, te fuiste con Charly, y te relajaste.

—Si, mor, pero no volvás a hacer eso, ¿ok?

Él solo asintió y alzó las manos en forma de redención, yo solo sonreí.









Holaaa!!! Siii, estoy viva, todavía 😅.
Bueno pues, nuevo capítulo.
Mucho tiempo, pero trataré de actualizarles más rápido cuando termine mis TCP.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 01, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Soulmates Donde viven las historias. Descúbrelo ahora