Tomarse un descanso.

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Tras unas dos horas de viaje por fin habíamos llegado al lugar. Charly yo casi no habíamos hablado, muy poco, él se la pasó concentrado mirando a la carretera, y yo había dormido un poco, no mucho, solo por ratos.

—Ey princesa, ya llegamos—sentí decir a Charly susurrando en mi oído.

—Ya estoy—me levanté de golpe—¿Donde decís que estamos? —arrugué la frente.

—Descubrilo tú misma—se bajó del auto y lo rodeó para abrirme la puerta.

Yo bajé ignorando su mano estirada para ayudarme. Estábamos en un lugar bastante peculiar. Tenía un jardín lleno de plantas, no tenían flores, era todo plantas verdes, con una fuente al lado. La casa era moderna pero no extravagante, tenía cristales en las ventanas y tengo que admitirlo, era muy bella. El lugar estaba ideal para relajarse y descansar. Sólo había un problema, Charly.

—Vení, vení, vení—me tomó de la mano y me adentró a la casa—¿Que te parece? Una chimba ¿No?

Caminamos un poco por la casa.

—Sí sí, bella. —Dije observando todo a mí alrededor, estaba maravillada porque todo era bello, y había una paz increíble.

—Mirá mirá—me volvió a arrastrar tomándome de la mano mientras yo aún estaba casi dormida, me llevó a una habitación con jacuzzi.

—Eh aver María, Charly, ¿Podés dejar de correr? Me tenés mareada— lo regañé

—Ya está bien, está bien, tomatelo a tu tiempo—mo soltó—yo voy con la que nunca me abandona.—Arrugué el gesto por el comentario—no te preocupes, sos mi única mujer, voy a por la botella de whisky—rió.

—Tan convencido vos, en primer lugar no soy tu mujer, y en segundo lugar no me importa con que vieja pasas la noche—respondí desinteresada.

—¡Uy! Princesa, tan cariñosa vos siempre.—sonrió y tomó de la botella e hizo un gesto cuando el alcohol paso por su garganta.

Yo lo observaba con muchísimo detenimiento. Me miró e hicimos contacto visual, uno que yo rompí rápidamente. Charly estiró la botella en sus manos invitándome.

—¿Que?— pregunté.

—¿No querés?—preguntó volviendo a tomar del pico de la botella— digo pues para olvidarte de los problemas y todo. El alcohol es siempre una buena solución.

—Dame acá— estiré la mano para tomarla y pegué mis labios a la boca de la botella, imité el mismo gesto de Charly y él río —¿Que pasa pues?— dije con voz ronca todavía por el efecto del alcohol quemando mi garganta.

—Nada, que me da demasiada gracia ver la Yeimy borracha—rió.

—Si claro, porque habló el que se pasa los 365 días del año cuerdo— rodé los ojos. Me iba a volver loca.

—Ya Yeimy, sin peleas. Yo me voy y vos te quedas aquí.

—¿Para dónde vas?

—¿Como que para dónde? Te traje para que te relajes y estés cómoda acá Yeimy, y yo soy tu mayor problema según vos—gesticuló con las manos.

—Pensé que te quedabas— mi voz sonó con más desánimo del que pensé. Mierda.

—¿Eso querías princesa?— preguntó con cara de alegría.

—¿…nos terminamos la botella?—la señalé después de unos segundos de silencio evitando la pregunta. Le hice un gesto para que se sentara en el piso al lado mío, delante del sofá.

—Pa las que sea, y más si es pa chupar—contestó tomando la botella entre sus manos—.

Después de más o menos una hora ya los dos estábamos borrachos, tirados en el piso riéndonos de una hormiga que caminaba por la alfombra. Ya se sabe el nivel de pedo que llevábamos.

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