ocho

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— beom...— se adentró al departamento y le llamó en voz baja. inmediatamente lo encontró sentado de espaldas a la puerta en el comedor. — ¿comiste ya? te traje sopa de arroz.

él no dijo nada, ni siquiera se movió. por lo tanto, yeonjun dejó su mochila en la entrada y se quitó los zapatos antes de acercarse a donde estaba el menor.

apenas dejó la bolsa que tenía los contenedores de comida en la mesa cuando se percató del pequeño charco de sangre que había sobre esta. se sobresaltó al notar que la sangre salía de una cortada que tenía el brazo del menor.

— beomgyu, ¿qué te pasó? — tomó su mano con cuidado para inspeccionar mejor el corte. en la otra mano tenía un pedazo grueso de vidrio.

— me tropecé. — contestó cortante. yeonjun corrió del baño para buscar algo con lo que pudiera curar su herida cuando se encontró con los numerosos pedazos de vidrio que parecía haber en el piso. no era vidrio, sino el cristal del espejo que ahora estaba destrozado.

— debes tener más cuidado. — murmuró mientras terminaba de vendar el brazo del menor con sumo cuidado, intentando que no le causara más dolor.

— sí...— aunque yeonjun sabía que eso no era cierto. él no se había "tropezado" como me dijo. ese era el tercer (y ahora último) espejo que beomgyu quebraba durante los últimos quince días.

la segunda vez que pasó, yeonjun se enteró porque escuchó por casualidad la conversación que estaban teniendo un par de vecinas del mismo piso.

— ¿escucharon la bulla de esta mañana? — empezó la señora toshinori, que era la única que conocía de ese grupo.

— ¿la del trescientos cinco? — yeonjun se detuvo a mitad de camino en las escaleras y se volvió sobre sus pasos para escuchar mejor sin que ellas se dieran cuenta de su presencia.

— ah, sí... yo la escuché. me asusté tanto que tiré la taza de café que estaba tomando. — rieron. — aunque, hablando en serio, sí fue aterrador.

— ¿qué fue lo que pasó? — la que se veía más joven de las cuatro, cuestionó confundida.

— pues, según lo que escuché, el chico se puso a gritar y a golpear la pared como un maniático. de verdad creí que me haría daño, estuve a punto de llamar a la policía. — la japonesa explicó. — luego escuché como si hubiese roto un vidrio.

— madre santa.

— ¿él no es el hermano pequeño del chico que sufrió el accidente? — las demás afirmaron.

— pobrecito... es tan sólo un niño. — yeonjun tragó en seco al oír sus palabras.

— yo la verdad creo que deberían llevarlo a un loquero. ese chico no está bien. — escuchar como todas reían a carcajadas le hizo querer salir y gritarles.

— pienso lo mismo. no deberían dejarlo solo en el departamento, ¿quién quita que en verdad le haga daño a alguien? — un par de afirmaciones fue todo lo que las demás dijeron.

— y ni siquiera paga la renta. — agregó. — deberé esperar a que mi hermana muera para vivir aquí gratis.

con sus molestas carcajadas de fondo, yeonjun siguió con su camino. sintiendo como lágrimas de rabia le empapaban las mejillas y el corazón le saltaba en el pecho. estaba muy enojado y también triste.

porque, en algún punto lejano del pasado, beomgyu era el chico más querido en el edificio. y ahora se había convertido en la razón de sus crueles burlas.

muerto en vida ☆ yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora