III

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Sebastián Pussett.

Las gotas de sudor se deslizan por mi torso desnudo mientras continuó levantando las pesas en el gimnasio de la mansión de mis padres.

Como me desespera estar aquí.

Dejo las pesa en el suelo y tomo una pequeña toalla con la que seco el sudor de mi frente.

Salgo del gimnasio, me doy un baño  y al terminar de vestirme dos toques en la puerta de la habitación me hacen moverme hasta ella para abrirla.

—¿Que tal la vida en la cárcel?— es el saludo animado que me da Graham, mi amigo de infancia.

—De la mierda. —respondo y camino dentro del lugar.

—Te veo sano, dentro de poco estarás volviendo a tu casa.— es lo que dice caminando detrás de mí.

—Mis padres no me quieren dejar ir hasta que acabe el tratamiento.

—¿Cuánto falta?

—Dos semanas.

—¿Cuáles fueron las consecuencias del accidente?

—Al terminar el tratamiento y las terapias todo debería de quedar normal, pero no dejan de recordarme que pude haber perdido las piernas.

—Joder, aún no entiendo que sucedió esa noche.

Ni yo.

Hace un par de meses tuve un accidente automovilístico, tuve un fuerte golpe en la cabeza que provoco que tuvieran que inducirme un coma para desinflamar el cerebro. Sorprendentemente no tuve problemas con ello, ni falta de memoria ni nada por el estilo. Pero si ocasionó que se me dificultara el mover las piernas, aunque con ayuda de fisioterapeutas he ido poco a poco recuperando la movilidad.

—He traído una botella de alcohol a escondidas de tus padres— la saca— pero solo puedes admirarla, porque no puedes tomar alcohol aún.

Me eche a reír.

—Lo único que deseo es salir de aquí e ir a follar— me sincero.

Eso lo hace reír a él.

—¿Que tal la vida como promiscuo retirado?

—Mas mierda que el estar encerrado en casa de mis padres. Jodido el día en el que tuve el puto accidente.

—Usa tu mano— se encoge de hombros— ¿O quieres que te traiga a una preciosura?

—Follar en casa de mis padres no es algo que desee hacer. Necesito salir de aquí.— suelto desesperado.

Jamás había sido una persona que permaneciera encerrado. Me siento como un león en jaula. Y no soy malagradecido con mis padres, pero estando aquí ellos solo buscan controlar cada maldito paso que doy, y no hay cosa que deteste más que el que me intenten controlar como si fuese un crío de 15 años y no de 30.

Unos toques en la puerta llaman nuestra atención. La he dejado abierta por lo que desde mi sitio miro a Pol, el mayordomo de mis padres, y espero a que hablé.

—El almuerzo ya está servido señor Sebastián y señor Graham.

—El señor me hace sentir viejo, Pol, estoy joven, divino y con una vida por delante.— le dice Graham yendo detrás del mayordomo.

Termino de recoger algunas cosas y luego bajo a la mesa donde ya mi amigo y mis padres están. Se encuentran hablando del compromiso de Graham quien se casará en un par de meses.

Graham conoció a Grace hace quizás unos tres años, cuando se la presente en una fiesta. Ella estudió conmigo algunas materias en la universidad. Ambos comparten las mismas vibras y al conocerse automáticamente se llevaron bien, no pasó mucho cuando gritaron a los 4 vientos que empezarían una relación y fue hace meses que dieron el siguiente paso, aunque a decir verdad ambos se trataban como marido y mujer desde hace tiempo, ya que vivían juntos y se comportaban como tal.

Enjoy. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora