Esa cosa

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Estaban tomados de las manos, Tanjiro agarraba con mucha fuerza la mano de Inosuke, lo cuál era entendible, él también tenía la sensación de que Tanjiro iba a desaparecer si lo soltaba, una posibilidad innata, dándole escalofríos el solo pensarla.

No sabían cuánto tiempo había pasado para este momento, parecían semanas pero minutos, los segundos podían alargarse para durar horas y las horas podían acelerarse hasta sentirse cómo segundos, el tiempo en ese lugar no existía, pero a la vez sí, aunque decidieron no indagar mucho sobre ello, solo haber podido recordar sus nombres ya era lo suficientemente fatigador y ambiguo. Seguir caminando hasta que encontraran algo parecía un plan perfecto hasta este punto.

Aunque no sabían exactamente qué se suponía que debían encontrar. ¿Tal vez una puerta? ¿Unas escaleras? ¿Una silla? ¿Una mesa? ¿Una ventana? Sería ideal, mientras se pueda hacer algo con eso.

"¿Qué piensas?" Dijo Tanjiro, con la voz temblorosa, tratando de distraerse de su propia mente. Su propio cerebro sonaba cómo un grito de agonía, por más que se tapara las orejas, ninguno de esos pitidos ni gritos descontrolados irían a parar.

"Estaba pensando qué era lo más posible que nos encontraríamos de casualidad, hemos estado caminando por el mismo pasillo por un rato y mis pies me duelen."

"Yo creo que... lo más probable sería unas escaleras, o una puerta... La puerta sería mejor. No sé, lo que sea está bien. Estoy cansado de este pasillo, las luces son muy brillantes y parpadean demasiado."

Casi cómo si a Tanjiro se le hubiera concedido un deseo, vieron una mancha oscura por el rabillo del ojo que jurarían que no estaba ahí antes. Ambos miraron al frente para notar exactamente de qué se trataba, se encontraron con una puerta, era de madera, negra, un poco sucia, incluso podría decirse que era una puerta normal para lo que conocemos.

Tal vez demasiado. Pues, en un mundo en el que lo raro se vuelve común, lo que parece algo cotidiano se torna en algo escalofriante, anormal.

Inosuke miró hacia atrás, habían estado caminando por un pasillo larguísimo, mirando los lados notó que no había más caminos, que era mejor entrar a esa puerta que regresar y arriesgarse a la chance de no volver a ver una puerta tan ordinaria.

Eso era seguro, aunque fuera anormal, una pizca de algo cotidiano era reconfortante. Pero, una vez logras encontrar la comodidad en la incomodidad, da más miedo tener algo reconfortante.

Qué cosa tan ambigua, de verdad no podemos escapar de la dualidad.

"¿Entramos?" preguntó el pelinegro, aún sabiendo que si la respuesta era diferente a lo que esperaba, eventualmente iban a entrar de cualquier manera.

"Esto es raro..." le contestó ansioso el peliburdeos, mientras una fría gota de sudor pasaba por la cicatriz de su frente.

"Lo es, pero, ¿Qué más podemos hacer?"

Antes de que Tanjiro pudiera contestar algo, se escucharon unos pasos a lo lejos. El suelo húmedo resonaba junto con lo que parecía un rechino de una puerta, unos metales chocando entre sí o unos tenedores pegando en un plato cómo si lo estuvieran asesinando, aunque claramente no era la puerta que tenían frente a ellos la que provocaba el sonido. Ambos voltearon la cabeza rápidamente con un profundo miedo a lo desconocido, para encontrarse con algo que era aún peor, algo que no querían ver en absoluto; justamente lo que ya conocían pero desearían nunca haber encontrado.

Backrooms [Inotan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora