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Su día había pasado tranquilo, las alertas rojas habían sido nulas, por suerte no había tenido que estar encerrado en el cuartel, había sido llamado para revisar a un pretender al que le estaba fallando el sentido de la orientación y sin demora había acudido al llamado.


Durante ese día no había podido sacarse de la cabeza al androide pelirrojo que vivía con su mejor amigo.


Necesitaba un consejo para lo que estaba suscitándose en su mente, necesitaba ayuda para resolver todos los pensamientos que chocaban entre sí, y sabía a quién recurrir.


Por otra parte Kagami había regresado a casa de Kuroko y la había aseado, no podía creer cómo un chico como Kuroko podía hacer tanto desastre en solo una noche: ropa tirada por todas partes, libros botados sobre el sillón, incluso en el suelo había una mancha singular de suciedad... Kagami podía jurar que era mermelada.... No quería ni imaginarse qué rayos había hecho Kuroko la noche anterior.


Lo primero que hizo fue preparar algo de comer, algo que pudiera hacer rápido y sin mucho esfuerzo, cuando la comida estuvo lista preparó un bento para Kuroko y sin demora fue a dejarlo a su trabajo.


Debía admitir que le encantaba salir a llevarle cualquier cosa que Kuroko requiriera, pues estar en la calle le parecía más divertido que estar encerrado en la casa. Le encantaba sentir la brisa del viento, levantar la vista y notar tantos autos en el cielo volando a muchos metros del suelo, incluso le agradaba aquella niña híbrida que era hija de un propietario de una tienda y cuando lo miraba corría a regalarle una manzana. Su vida en esos momentos era buena... sólo le faltaba algo para ser perfecta... y aquello era el tener el cariño completo de cierta persona...


—¡¡Rayos... no!!— Gritó ante sus propios pensamientos, pues creía que aquello no era cierto. Kagami Taiga no necesitaba el cariño de nadie... él era un pretender, y como tal debería actuar, era cierto que le habían otorgado sentimientos, pero hasta ese punto no entendía para qué servían... no era como que unos robots necesitaran sentir afecto o cariño por alguien... o al menos eso es lo que él pensaba.


Pronto llegó al lugar de trabajo de Kuroko: un edificio enorme de investigación y ciencia, y sin pensarlo se adentró a este lugar, siendo recibido inmediatamente por la recepcionista, una chica híbrida, con cabello y pelaje color violeta. Aquella chica ya lo conocía muy bien, y si el pelirrojo no se equivocaba... ella siempre trataba de coquetearle.


—Kagami-san ¿Cómo ha estado?— La chica saludó, llamando la atención de Kagami.

—Es bueno verte, Yume.


La chica mostró un ligero sonrojo ante las palabras, notando cómo el pelirrojo se paraba frente a ella.


—¿Qué hará el fin de semana, Kagami-san?— Cuestionó la chica, lo que hizo que Kagami abriera los ojos con sorpresa ante la repentina pregunta. No quería ser cruel con la chica, así que trató de rechazarla con tacto.

—Debo estar a cargo de la casa de Kuroko... he notado que es un lío sin mí.


La chica dejó salir una pequeña sonrisa ante el comentario, pues ella también tenía bien entendido que Kuroko Tetsuya era un desastre.

Just love me, pretenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora