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Todos habían abierto los ojos como platos ante aquella confesión, no entendían por qué de repente el megane había contado tal historia, pero no podían dudar de él, pues Aomine tenía las pruebas irrefutables de su culpabilidad en la bolsa que sostenía en la mano.

—Tú eres el culpable de todo esto... eres un pretender...—Kasamatsu sentía aquella ira hacerse más grande dentro de su cuerpo, la ineptitud de Himuro Tatsuya había causado tragedias durante años, y aquel megane parecía tan tranquilo con el hecho de ver morir a personas inocentes.

—Bueno, no todos los inventos son exitosos.— La burla en la voz de Imayoshi no se hizo esperar.

Aomine se sentía furioso; se sentía como un muñeco usado, cuyas cuerdas se encontraban en manos de Imayoshi... él era el titiritero de su vida. Se sentía como un tonto al ser manipulado por el otro chico. ¿Cómo podía haber sido tan tonto y no haberse dado cuenta de que Imayoshi por tantos años le había pisado los talones?

El moreno era el más molesto ante la situación, por un descuido de Himuro sus padres habían sido asesinados, por ese descuido la familia de Kagami había sido exterminada. Sin poder aguantar su furia se abalanzó hacia el androide; lo que quería era terminar con él por tantos años de violencia y muerte de personas inocentes.

Kasamatsu le gritó al peliazul para que se detuviera, Kagami empezó a sentirse aterrado al saber que Aomine podría salir herido si se enfrentaba ante el pelinegro.

Imayoshi no se movió de su lugar, simplemente miró cómo el moreno, a velocidad rápida se acercaba a él.

Con lo que no contaba Aomine era que los brazos robóticos de Imayoshi se convertirían en armas en un abrir de ojos; armas que apuntaban hacia él sin contemplación. Se detuvo tan rápido como pudo, pero parecía que ya era tarde, lo último que pudo escuchar el moreno fue el sonido característico de las armas antes de cerrar los ojos fuertemente ante el estruendoso ruido que se había escuchado.

Todos los presentes apuntaron rápido sus armas hacia el de lentes, amenazándolo de muerte, pero el pelinegro estaba muy confiado.

Kise y Kasamatsu miraron a Aomine tirado en el piso, con Kagami encima de él; el pretender pelirrojo había usado su velocidad inusual y había salvado al moreno del ataque.

La mirada de total preocupación del pelirrojo no se hizo esperar, y Aomine tuvo que recomponerse para no alarmarlo más.

—Estoy bien.— Dijo levantándose del piso, tomando tiernamente la mano de Kagami entre la suya, en un agarre fuerte, logrando hacer que Kagami se tranquilizara un poco.

Imayoshi mostró una sonrisa de superioridad, mirando de reojo a Izuki, quien no se había movido para nada de su lugar, tal y como él lo había ordenado anteriormente.

—Es interesante ¿No es así?— El megane señaló el arma en que se había convertido su brazo derecho. —Reservé los mejores inventos para mi uso... es algo revolucionario en ingeniería.

Ante aquellas palabras, la mano de Kasamatsu empezó a temblar de miedo.

—Senpai, estaremos bien.— Fueron las palabras de Kise las que lo sacaron del trance, incluso quería golpear al rubio, pero el pelinegro ni siquiera podía pensar en otra cosa al ver al terrorífico androide que se encontraba frente a ellos.

—No podrás con todos nosotros, será mejor que te rindas, Imayoshi.— Amenazó el jefe de los cazadores, escuchando cómo los demás quitaban los seguros de sus armas, dispuestos a empezar un ataque.

Just love me, pretenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora