Era viernes y el día era muy prometedor para Aomine: había ido a desayunar a casa de Kuroko, quien pudo imaginar que él y Kagami habían arreglado sus diferencias, para el moreno fue un gran alivio regresar a esa casa después de casi dos semanas de ausencia.
Durante el desayuno el pelirrojo y el moreno se habían dedicado miradas tiernas, rozaban sus pies por debajo de la mesa y las pequeñas sonrisas no hacían falta.
No sabían si Kuroko se había dado cuenta de algo, sin embargo, no les importaba que el peliceleste supiera sobre esa relación, de todas formas...seguro que muy pronto tendrían que decirlo.
Después de aquella amena reunión, se dirigió a su trabajo; justo en la entrada escuchó una voz por demás ruidosa y molesta para sus oídos.
—¡¡¡Aominecchi!!! ¿Cómo estás? Ayer te fuiste sin avistar y ya no regresaste al cuartel ¿Todo bien?
—¡Kise! ¡Mi buen amigo! ¿Cómo has estado?
El rubio no contestó a aquel saludo, pero sí se sorprendió con demasía al ver al alegre Aomine Daiki que le mostraba una sonrisa. Era como si alguien hubiese cambiado de la noche a la mañana al moreno.
—¿Estás bien? Puedo acompañarte a la enfermería si quieres.— La preocupación de Kise no se hizo esperar.
Aomine pasó por alto el comentario, y habiendo entrado al edificio tuvo que dirigirse al área de identificación y escanear su retina para poder entrar a las instalaciones sin problema; Kise lo siguió de cerca, también pasando por el procedimiento de identificación, y ambos caminaron hacia las oficinas a esperar un código rojo.
—Tch... ¡maldita cosa!— La voz de Kasamatsu se escuchó en un pasillo, pues estaba tratando de comprar una soda de una máquina expendedora.
—¡Hola senpai! —El saludo de Kise se escuchó en el pasillo, a lo que el nombrado giró el rostro para ver cómo el rubio y el moreno se acercaban —¿Problemas con la máquina?
—Esta estúpida máquina se tragó mi moneda.... Ahora no tengo más monedas.— Dijo para luego golpear la máquina frente a él.
Kise se detuvo al estar junto a Kasamatsu, pero Aomine pasó de largo, dirigiéndose hacia su destino, pero no sin antes sacar algo del bolsillo de su pantalón.
—Hey, Kasamatsu, toma...— Aomine le arrojó una moneda que fácilmente el pelinegro atrapó entre sus manos, luego siguió su camino como si nada.
El pelinegro y el rubio miraron cómo Aomine se perdía a su vista, y ambos chicos no pudieron evitar mirarse con la pregunta en los ojos.
—¿Qué demonios le pasa?— cuestionó un incrédulo Kasamatsu.
—Está muy raro... creo que deberíamos llevarlo a la enfermería...
El día en el cuartel transcurría lento, ninguna alarma roja se había suscitado hasta ese momento, lo cual Aomine agradecía.
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Just love me, pretender
FanfictionEs el año 3021. Los humanos no sólo comparten el mundo con los de su misma especie, sino que también existen los híbridos: seres que habían sido originados por experimentos que habían salido mal; y con robots: seres que no sólo cumplían los mandatos...