xi. manjiro sano

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Caminaba de un lado al otro de la habitación, mordiendose las uñas de una mano mientras que la otra apretaba con tanta fuerza el telefono en su oído que sus nudillos se tornaban blanquecinos. Y otra vez se escuchó el buzón de voz, logrando que de su boca saliera un grito de frustración, marcando el número otra vez con la desesperación corriendo a través de sus manos.

-Responde el telefono, por favor- rogó, mirando el reloj que marcaba las 11 de la noche -Mikey no es bueno que estes solo.

Su mano recorrió su rostro mientras aquello último salía de su boca con un suspiro, escuchando nuevamente el buzón de voz. En un movimiento sorprendentemente asertivo para lo rapido que corría su pulso, enterró el celular en el bolsillo de su pantalon, tomando las llaves de la mesa y saliendo con velocidad del departamento.

Cuando cayó en la realidad nuevamente, estaba manejando a 120 kilometros por hora entre las calles de Tokyo, en dirección a las centrales de Bonten, y la preocupación no se le sacudió de encima ni siquiera al llegar a la puerta del lugar.

Se bajó con velocidad, cerrando el auto, un deportivo blanco que había sido regalo de su pareja, y corrió en subida las escaleras que dirigían al edificio e departamentos abandonados. Sus pies la guiaron como si conociera, como si tuviera totalmente en claro donde se encontraba el peliblanco.

Y para su suerte, lo encontró. Tirado en el medio de una habitación vacía, solo, contemplando el cielorraso como si entendiera que allí no había nada interesante, pero no pudiera luchar contra ello. La castaña avanzó con cautela en su dirección, cerrando la puerta de madera resquebrajada tras ella.

-Mikey, ¿por qué estás tirado en el suelo?- y como si lo que había supuesto todo este tiempo se transformara en pregunta, sus cejas se fruncieron levemente hacia arriba en molestia pasiva -¿Qué tipo de pastillas te metiste?.

Parece que fue la pregunta exacta para que la reconociera, ya que giró la cabeza hacia su voz, sus ojos abriendose ligeramente y una mano necesitada estirandose hacia ella. En seguida llegó hasta donde estaba, sentandose a su lado, tomando su cabeza con delicadeza y acostandola sobre su regazo. La mirada del teñido se cernió sobre ella, como si quisiera decir cosas pero no pudiera, y ella solo colocó uno de sus dedos sobre sus labios, formando una leve sonrisa aunque las lágrimas comenzaran a vidriar sus ojos.

Pasó a acostarse, a su lado, escondiendose en su pecho con delicadeza, como si temiera romperlo. Y mientras las lágrimas escapaban una detrás de otra, y los sollozos solo podían ser ocultados por la experiencia de llorar en silencio, Mikey logró abrazarla, perdiendo la consciencia en ese instante.

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Abrió los ojos con pesar, frunciendo el ceño de manera casi imperceptible al no entender dónde se encontraba. Sintió un peso extra en su cuerpo, y miró hacia abajo solo para comprobar lo que ya había sospechado. _______, acostada sobre él, durmiendo profundamente, como si hace tiempo no hubiera descansado tan bien.

Si las memorias no lo hubieran atacado, se hubiera reído, creyendo que era otra de sus tonterías, que otra vez se habían quedado dormidos en el piso después de jugar a pelear en broma, o porque tenían demasiado calor en la cama. Pero él lo recordaba, a Sanzu dandole las píldoras de colores con una sonrisa, y él dejando que hasta se las metiera en la boca por el poco interés que le generaba.

Suspiró pesado, como si sentir su calor le reviviera la consciencia, como si ahora viera las cosas mejor por tenerla a su lado. Pero había sido completamente estúpido que durmieran solos en esa habitación cualquiera, sabiendo que si el pelirrosa la veía le vaciaría el cargador en la frente.

Pero volvió a mirarla, su respiración pausada, sus labios separados dejando ver un pequeño hilo de saliva, y aunque su boca ya no sabía reflejar una sonrisa, sintió el casi irreconocible cosquilleo en su estómago, permitiendose dejar un beso en su coronilla, sintiendo el aroma a manzanilla del shampoo que usaba siempre.

-En este mundo- se atrevió a decir su voz temblorosa, como un recurso que nunca utilizaba y que se había desgastado con el tiempo -Somos solo nosotros.

Ella, que había fingido seguir dormida para poder seguir en esa posición más tiempo, no pudo evitar levantar la cabeza con pesadez al escucharlo decir esas palabras, los ojos empezando a cristalizarse nuevamente mientras se encontraban con sus oscuros, observandola como si quisiera decirle todo de una vez.

-Pero sabes que nunca va a ser como era.


























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ESCUCHEN AS IT WAS DE HARRY STYLES TEMAZO

tokyo revengers | one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora