vii. mitsuya takashi

1.6K 63 1
                                    

SPOILERS DEL MANGA, leves, pero igual ahre.

La música retumbaba en el oscuro salón, aunque fuera una habitación aislada del club, y en un gran sillón de cuero de un profundo color negro, ______ se encontraba sentada, expectante.

–Tercera al mando.

–Que pase– ordenó, sin siquiera preguntar qué quería, sabiendo exactamente quien se encontraba del otro lado de las grandes puertas de caoba.

El guardia desapareció, y en cuestión de segundos ya sostenía de las muñecas al jóven, obligandolo a avanzar hasta quedar delante de la mujer, que sonrió de lado con malicia al ver como caía de rodillas frente a ella.

–Vaya, debería haberme imaginado que tenías agallas– la mirada de Mitsuya se clavaba en la de la mujer, haciendole frente sin desafiarla, lo que solo la divertía aún más –Después de todo, me rechazaste. Todavía me duele, ¿sabes?

Él se mantuvo en silencio, sin intención de contestar su pregunta, hasta que vio como el pie de la mujer se apoyaba sobre su pecho, cubierto por una bota con tacón y cordones que llegaban hasta la rodilla.

–¿Me rechazaste y no me daras explicaciones?– hizo un pequeño puchero, aún jugando, y él se dio cuenta de que tendría que hablar eventualmente.

–No tengo intenciones de relacionarme con ustedes– sentenció, y ella no pudo evitar abrir los ojos levemente, sorprendida por su tenacidad. Definitivamente había sido un capitán en la antigua Tokyo Manji.

Se inclinó hacia adelante, cambiando su sorpresa por una sonrisa ladina cargada de soberbia, y posó sus dedos sobre la barbilla del chico, bajando la bota que aprisionaba su pecho anteriormente.

–Oh vamos, ni siquiera tienes que relacionarte con nosotros, solo te pedí un par de trajes para mis amigos. Los aprecio mucho, y cuando las alabanzas a tus diseños alcanzaron mis oídos, no me pude resistir– Mitsuya, obligado por el agarre de la mujer, observaba sus profundos ojos ______, intentando buscar algún rastro de la pequeña hermana de Mikey que había conocido hace años. Su sonrisa cínica, mirada decidida y el tatuaje que se asomaba a un lado de su cuello le daban un aspecto totalmente intimidante, pero no fue eso lo que logró que se rindiera ante su pedido, sino el brillo que se escondía sobre su pecho.

El collar que Emma le había regalado el día que llegó a la familia.

–Bien– aceptó finalmente, y ella esbozó una amplia sonrisa, provocando que algo dentro del pecho de Mitsuya diera un vuelco repentino.

–Perfecto– se alejó de él, haciendole una seña al guardia, que no tardó en desaparecer por la puerta, dispuesto a buscar a los hermanos Haitani.

–______– la sonrisa de la mujer desapareció de golpe, dejando en su lugar una expresión fría y seria mientras se giraba a ver a quien la había llamado.

–¿Llamas por su nombre a todos tus clientes, Mitsuya Takashi?– el platinado seguía mirandola fijamente a los ojos desde el suelo, expectante –¿O acaso te di a entender que soy una persona a la que puedes llamar por su nombre con total libertad?.

Abrió los ojos, sorprendido, como si no diera fé a lo que escondían sus palabras. ¿Acaso...

–______-san, ¿no me recuerdas?.

–¿Debería?– la frialdad se mantenía en su rostro, aún cuando levantó una ceja en gesto desinteresado, algo molesto –¿Y no te acabo de dejar en claro que mi nombre no es uno que pueda escapar de tus labios?.

–Nunca dejaste a nadie llamarte Sano– nuevamente logró que abriera los ojos de golpe, aunque ahora visiblemente molesta, y no tardó en apoyar la suela de su bota sobre su cabeza, inclinandose hacia adelante aunque él no pudiera verla.

–He sido amable contigo porque solo quería unos estúpidos trajes, ¿y eso te hizo creer que puedes dirigirte a mi de esa manera?.

Mitsuya se quedó en silencio, sintiendo la presión de la bota de la chica en su cabeza, tensando la mandíbula, intentando contenerse. Sin embargo, no pareció lograrlo, ya que ella sintió como tomaba su tobillo, tirando de su pierna hacia abajo y viendo como él se levantaba, inclinandose hacia ella, obligandola a retroceder hasta que su espalda chocó contra el respaldar del sillón. Tenía los ojos abiertos de par en par, con la mirada fija en el rostro del hombre, aún cuando notó como apoyó la mano sobre el respaldar, acorralandola.

–¿Realmente no me recuerdas, _______?– aún con expresión sorprendida, las imágenes de donde había visto esos ojos anteriormente llegaron a su mente. Sabía que era un capitán de la Tokyo Manji, pero no recordaba que lo había conocido cuando eran pequeños, a causa de justamente ser cercano a su hermano.

Sin embargo, aunque ese recuerdo le había removido la consciencia, sus facciones volvieron a quedar tiesas en su lugar original, dando un aspecto incluso más atemorizante que el anterior.

–Te haya conocido cuando éramos pequeños o no, estás traspasando todo límite existente– en un rápido movimiento, tomó su muñeca, que estaba a la altura de su cabeza, y le torció el brazo, obligandolo a retroceder y a agacharse nuevamente. Una vez arrodillado nuevamente, soltó su brazo, tomandolo del cuello de la camisa, aún viendolo desde arriba gracias a la altura del sillón, y lo acercó hasta su rostro.

–Conoce tu lugar, Mitsuya– su tono era tan cínico y amenazante, que los latidos del corazón del hombre no pudieron evitar acelerarse, sintiendo su aliento chocar con el contrario, y un escalofrío recorrió todo su cuerpo al sentir como acercaba sus labios a su oído –Porque de no ser así, tendré que obligarte a entenderlo.

Lo soltó de golpe, haciendolo caer sobre sus talones, cuando las puertas que daban al interior del club se abrieron, dejando ver a los hermanos.

–Tsuki, sabía que nos amabas– la mujer le devolvió la sonrisa que Ran le dedicaba, recostandose sobre el respaldar del sillón nuevamente.

–¿Cómo podría olvidarme de sus cumpleaños?– le hizo una seña a Mitsuya para que se levantara, sin siquiera mirarlo, manteniendo su sonrisa en dirección a los hombres –Ve, has lo que tengas que hacer, que yo no tengo ni idea.

–Nuestra Tsuki nunca cambia– el platinado sintió como le hervía la sangre al escuchar a aquellos delincuentes llamarla de esa manera, ni siquiera entendía el apodo, pero eso no era lo que importaba. Estaba seguro de que ellos habían corrompido a ________.

Sin embargo, se incorporó y se dirigió hacia ellos, ya tendría otra oportunidad para hablar con ella.


















•••

amigo más de 1k lecturas quEEEEE
mil gracias a todos los q leen y votan, tienen un lugarcito especial en mi cocoro <3

tokyo revengers | one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora