CAPÍTULO 5

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Su voz era heladora y su mano la agarraba con demasiada fuerza.

Junto con su indignación, María sintió un temblor de excitación por haber logrado, por fin, una reacción del señor perfecto.

Con gesto deliberado, clavó los ojos en la mano que la agarraba.

-No tienes por qué actuar como un bruto. Puedo quedarme y hablar de ello, ahora que por fin te salen las palabras.

Él apretó la mandíbula. Ella levantó la barbilla. Y la soltó.

-Siéntate, María. Tenemos que arreglar esto -dijo él, se volvió y se dirigió a su escritorio, donde murmuró algo al teléfono, seguramente, a su secretaria.

María se volvió a sentar en un sillón, un poco temblorosa. No había esperado que la conversación fuera fácil, pero tampoco se había preparado para recibir tanta animosidad.

-¿Dices que estás embarazada? -preguntó él, sentándose frente a ella.

Estiró sus largas piernas. Su rostro parecía esculpido en bronce.

-Estoy embarazada. Fui al médico ayer.

-¿Y quieres que crea que el bebé es mío?

María contuvo la respuesta instintiva que tenía en la punta de la lengua. Y el dolor que le contrajo el corazón porque él pensara que le mentiría en algo así.

-¿Te arrepientes del cuento que me has contado? -se burló él, inclinándose hacia delante para observarla con atención.

-No es ningún cuento. No estaría aquí si no fuera cierto.

-Qué conveniente que ninguno de tus otros amantes, antes o después de mí, fuera tan... precavido. Yo usé preservativo.

María tuvo que echar mano de toda su fuerza de voluntad para no responder a su malicioso comentario. Se negaba a bajarse a su nivel.

-Los preservativos no son seguros al cien por cien. Cualquier médico puede confirmártelo. En cuanto a lo de los otros amantes... -dijo ella y se sonrojó.

-¿Qué decías?

-No he tenido otros amantes. Ni antes, ni después -confesó ella, mirándolo a los ojos con determinación, a pesar de lo avergonzada que se sentía.

Esteban no hizo más que arrugar un poco la frente.

-¿Esperas que me crea que eras virgen? María apartó la vista.

-Sé que no debe de ser muy común hoy en día. Pero así es.

Esteban ladeó la cabeza, contemplándola con desconfianza.

-¿Y qué me dices de tu amante mayor? ¿Ese no cuenta?

-¿Amante mayor? No tengo ningún amante.

Él se inclinó hacia delante con una feroz sonrisa en los labios.

-No es lo que me han dicho. De hecho, tengo entendido que eres una mujer fatal y vives a costa de hombres ricos.

-Debes de estarme confundiendo con otra persona -dijo ella, sin dar crédito.

-No. Tú me has confundido a mí con alguien que cae en tus redes y se cree tus mentiras.

-¡No estoy mintiendo! Nunca he tenido un amante... aparte de ti.

-¿De verdad? ¿Y qué me dices de David Bannister? Viviste con él durante años, ¿no?

-¿David? -repitió ella, frunciendo el ceño-. ¿Cómo has sabido...? -añadió y meneó la cabeza. No importaba lo que supiera, solo que lo había interpretado mal-. No lo entiendes. David era mi amigo.

ATADO A TU AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora