Si hay algo que Izuku Midoriya aprendió gracias a su maestro es que los quirks están sobrevalorados. Si, son útiles en el ámbito del heroísmo pero no es lo único que importa.
La verdadera clave siempre fueron algo más que solo fuerza pura; el valor...
Normalmente Izuku estaría sonriendo apesar de todo lo que el resto le hiciera, pero lo de hoy rebasó el vaso de un modo que nunca se hubiera esperado.
Era un chico alegre, siempre sonriente y bondadoso; pero que siempre sufría bullying por las personas. Desde palabras llenas de desprecio y veneno hasta golpes y lastimaduras que tuvo que soportar a lo largo de su vida, pero eso no le molestó. Tenía a su madre y su sueño a los cuales se aferró y nunca soltó, al menos hasta ahora.
¿Que cual era ese sueño? Bastante simple, quería ser un héroe. Uno como All Might, el número uno y símbolo de la paz, quien es capaz de salvar todas las situaciones al instante y darle esperanza a todos con una gran sonrisa.
Pero él a diferencia del resto resultó ser especial, y no en el buen sentido.
Es un quirkless, un estorbo sin poderes, una piedra en el camino del resto, un inútil y un Deku.
Lo sabía, pero aún así decidió continuar su sueño; porque como un gran héroe dijo: Todos podemos ser héroes. Una gran mentira por parte de su ídolo.
Y de hecho así fue, hoy, un día que pensó que sería asombroso terminó siendo el peor de su vida.
Se encontraba en el tejado en el que el héroe lo dejo, estaba llorando, dejando salir todas esas emociones que decidió dejar de lado para tener un poco de esperanza.
No sabía que hacer, perdido, sin rumbo ni esperanza. Y mientras lloraba recordó lo que su "mejor amigo" le había dicho. Tal vez, solo tal vez, al suicidarse podría reiniciar su vida, con algún quirk que le ayude a completar lo que en esta vida no tuvo.
Caminó hacia el borde del edificio y empezó a mirar la ciudad con lágrimas en los ojos y una sonrisa forzada apunto de desaparecer.
Pensó en su vida y principalmente en su madre, la única familia que le quedaba después de que su padre desapareciera. Mierda, él era la razón por la que su madre hubiera engordado, la culpa por no otorgarle un quirk la torturaba.
Izuku miró a la ciudad una última vez y se lanzó del edificio. No dejo nada, ninguna carta o mensaje, a final de cuentas era mejor si se sabía menos de él.
Cerró los ojos y esperó la caída, pero por suerte nunca llegó.
Una mano lo había agarrado antes de que pudiera caer del todo. "No estaré tan a la moda, pero puedo asegurarte que tirarte de un edificio no es una manera de volverte genial" Izuku giró su cabeza y pudo ver a un hombre, que a los pocos segundos pudo volver a subirlo.
Era rubio, de no más de treinta y estaba vestido de color violeta, azul y negro. Se encontraba usando una campera de cuero negra con violeta en la que en su espalda se encontraba el símbolo de una diana, una remera morada que combinaba con su campera, unos jeans azules y unas zapatillas violetas. También usaba lentes de sol.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
(Créditos al respectivo autor)
"S-Siento mucho molestarlo señor" El muchacho se inclinó y empezó a mirar al suelo mientras que el adulto levantó una ceja ante esto, por como el peliverde lo dijo ya sabía por donde iba esto; y no le gustaba nada.
