12: Ya no lo es.

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Capítulo 12: Ya no lo es.
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Ashton, Instituto Lincoln.

Cuando suena el timbre y los alumnos empiezan a salir veo que Candie aún no se ha levantado de su asiento, está garabateando algo con un boli, me despido de las alumnas a medida que pasan por el lado de mi mesa y me saludan, intento no mirarla, pero sigue ahí sentada.

Cuando el aula está vacía excepto por nosotros dos me levanto y voy hacia su pupitre.

—¿Pasó algo? —Le pregunto preocupado.

Ella coge el bolígrafo y empieza a morder la punta mientras me mira a los ojos.

—No, es solo que, bueno, te echaba de menos.

Miro hacía la puerta que aún estaba abierta y me acerco un poco más a ella.

—Pero si nos vimos ayer.

Se levanta y se pone bien la falda, dios, la lleva demasiado corta, debería estar prohibido.

Se pega completamente a mí y pone ambas manos en mi pecho.

Yo miro hacia la puerta nuevamente, podría pasar alguien por el pasillo y vernos, es aterrador pero a la vez algo excitante.

Pongo mis manos en su cintura y voy subiendo un poco su falda.

Lleva un tanga, las ganas que tengo de arrancarselo.

Candie baja sus manos hasta mis pantalones, entonces me doy cuenta de que estábamos llegando demasiado lejos.

Le agarro los hombros y dejo un beso en sus labios alejándome de ella.

—Demasiado arriesgado.

Rueda los ojos y empieza a recoger sus cosas.

—¿Te apetece quedar hoy por la tarde? —Me pregunta.

—¿Qué tal si vienes a comer a mi casa?

Ella mira su móvil y después a mi.

—Está bien, te espero en tu casa.

Mira hacia la puerta y se acerca a mi para darme un beso que yo respondo encantado.

Se va.

No debería estar haciendo esto.

No debería haberla invitado a comer.

Me van a echar del trabajo.
Odio mi vida.
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Candie.

Al llegar a la puerta de la casa de Ashton tiro el piti que estaba fumando y lo aplasto con el zapato, toco el timbre y aliso mi falda.

Cuando abre la puerta veo que se ha cambiado de ropa, ahora lleva una camiseta negra con unos vaqueros rotos, es perfecto.

Le sonrío y entro.

—He echo lasaña, no sabía si te gustaría entonces hice también ensalada por sea caso, a todo el mundo le gusta la ensalada.

Dejo la mochila encima del sofá y voy hacia el comedor.

—Me encanta la lasaña, es mi segunda comida favorita. —Le digo ilusionada, hacia mucho que no comía lasaña.

—¿Y la primera? —Coge la silla y la separa de la mesa para que me siente.

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