Príncipe George [Dreamnotfound]

6

—Muy alta, descartada —dijo George para que le presentaran a la siguiente—. Muy baja —cada vez la sala estaba más vacía—. Muy rubia —George ya empezaba a impacientarse de estar tantas horas sentado solo criticando a las personas—. ¿De verdad son estas las finalistas?

—¿Qué hay de malo en ellas? —le preguntó su madre.

—No me gusta ninguna. A todo esto, ¿dónde está Dream? Necesito que me traiga algo de beber. Me cansa estar todo el rato hablando.

—Dijo que estaba ocupado con una candidata especial.

—¿Qué tan especial puede ser?

Las horas pasaron y George ya estaba por dormirse del cansancio. La sala ya estaba vacía y Dream aún no aparecía. Era como si la Tierra se lo hubiera tragado.

Hasta que segundos más tarde cuando George estaba por darse por vencido, entró Dream por la puerta con unos papeles.

—Lo siento si tardé demasiado, pero esta candidata es un poco tímida y no se quería presentar en persona. Me entregó esto —dijo Dream pasándole las hojas a Dream—. Es un resumen de todo lo que es capaz de hacer, su personalidad, sus estudios y también tiene sus datos físicos, ya que no tenía una foto que mostrar.

—Es demasiado —dijo George viendo con aburrimiento los papeles y todas las letras que tenían.

—No sabes lo mucho que te agradecería si lo leyeras. Es de una persona muy especial para mí.

—Eso lo hace aún más aburrido.

—Considéralo, George —lo alentó su madre.

—Bien. Solo digo que probablemente me duerma mientras lo leo.

George empezó a leerlo todo bostezando de vez en cuando hasta que algo llamó su atención. Tal vez el escuchar hablar a Dream todo el tiempo había servido de algo. Se dio cuenta que conocía más a Dream de lo que creía. Muchas cosas de las que estaban escritas ahí coincidían con cosas que le había contado Dream. El lugar donde estudió. Todas esas absurdas habilidades que tenía. Incluso los rasgos físicos eran iguales. ¿Acaso Dream había hecho todo eso para que él lo eligiera? ¿Por qué Dream quería casarse con él? ¿Es que todo era una coincidencia?

—Esto lo has escrito tú —le dijo George a Dream.

—No sé a qué te refieres.

—Esto es la perfecta descripción de ti. Es imposible que tú no lo hayas escrito.

—Eso no es verdad.

—Quiero ver una foto de la chica.

—Ya te dije que no tiene ninguna foto.

—Estás mintiendo. Todos tienen al menos una foto de sí mismos. Admítelo, Dream, tú escribiste esto.

—No lo hice.

Dream sentía veía como la reina lo juzgaba con la mirada y se sentía cada vez más tenso.

—¿Por qué no quieres aceptar que te gustó?

—No me gustas. Es solo una coincidencia.

—¿De verdad es una coincidencia? ¿Está personita especial realmente existe y no eres tú?

—Exacto.

—Preséntamela.

—Puedo traerte un cuadro de su retrato. Lo tengo aquí. Espérame un momento.

Dream salió de la sala y fue a buscar el cuadro para probar que eran personas distintas. Se lo entregó a George y escuchó la carcajada más fuerte de su vida.

—¿De verdad quieres que me crea que no eres tú con cabello largo? Vamos, Dream. No soy tan estúpido.

—No soy yo, es mi... mi prima.

—Claro.

—Dream, ¿puedo hablar contigo un momento? —le preguntó la reina.

—Sí, su majestad.

...

George se fue feliz a su habitación imaginando la horrible forma en la que su madre estaba denigrando a Dream por confesar indirectamente su amor hacia él.

Se llevó los papeles y le dio otra leída riéndose en cada oración al imaginar a Dream escribiendo eso.

Sabía que Dream era muy raro, pero nunca creyó que estaba secretamente enamorado de él. Al final de cuentas, ¿quién no querría salir con él? Todos lo amaban y Dream era solo uno más del montón que rogaban por su amor.

Cuando estaba por darle una tercera leída, escucha que alguien toca la puerta.

—Está abierto.

Entra su madre y Dream, pero no les presta mucha atención.

Ve como Dream se agacha para sacar algo de su cama. Era el obsequio que le había dado.

—George, ¿qué es esto?

—Un obsequio que me dio Dream.

—Dream me dijo que nunca te había regalado nada.

—¿Y en quién crees, en Dream o en tu hijo?

—¿Por qué Dream te regalaría esto?

—Porque es un rarito.

—Voy a hablar con tu padre sobre esto.

—¡No es necesario, mamá!

—¿Por qué no es necesario, George?

—¡Porque es solo una cosa para hacer masajes! ¡No es nada malo!

—Dream, ¿es verdad?

—Técnicamente sí.

—Bien. Creo que no hay nada más que discutir.

Dream esperó a que la reina dejara la habitación para reírse en paz.

—¿Por qué te ríes?

—No puedo creer cómo tu madre te ha creído que es una cosa para hacer masajes.

—¿No lo es?

—Pues sí, pero yo no lo llamaría así.

—¿A qué te refieres?

—¿De verdad no lo sabes? —Dream paró de reírse.

—¿No?

—Olvídalo.

—Eres raro. No sé cómo creíste que podrías casarte conmigo.

—Yo no quiero casarme contigo.

—Dream, acéptalo. No me voy a molestar si dices que quieres casarte conmigo, es mas, me halaga muchísimo que hasta los hombres sean capaces de apreciar mi belleza, pero sin lugar a duda, no saldría como alguien como tú.

—Y yo tampoco saldría con alguien como tú. Así que creo que estamos bien.