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—¡No pueden obligarme a casarme con alguien que ni siquiera conozco! —reclamaba George a su madre como de costumbre.

—No te obligaríamos si encontraras a alguien a quien amaras en primer lugar. Tú conoces a la princesa de Noruega. La hemos visto en diversas reuniones.

—¡No voy a casarme con ella ni con nadie!

—Eso dices ahora. Vas a ver lo encantadora que es.

—¡No me voy a casar, madre! ¡Fin de la discusión!

—No se preocupe, majestad, yo me encargo de él —le dice Dream antes de retirarse junto a George.

Dream camina sonriente, mientras que George parece estar a nada de destruir todo a su paso. Se encuentran con una de las sirvientas en el pasillo y Dream la llama con un gesto.

—Creo que acaban de dejar un paquete afuera. ¿Puedes llevarlo a la sala de spa?

—Por supuesto. Ya se lo traigo.

—¿Qué tan bueno es en historia, príncipe George?

—¿¡No te cansas de hacer preguntas estúpidas!?

—Solo intentaba sacar un tema de conversación.

—Yo no quiero hablar contigo.

—Lo sé, pero estaba pensando en comprarte un obsequio y quiero saber si te gustará.

—No hay nada que puedas comprarme que no tenga ahora.

—Estoy seguro que no lo tienes.

—¿Ah, sí? ¿Qué es? —dijo George fingiendo interés.

—No puedo decírtelo.

—¡Entonces cállate!

—Justo para eso sirve mi obsequio, para que controles ese carácter que tiene.

George rodó los ojos y lo ignoró.

—¿Te molesta si vamos a la sala de spa un momento? —le preguntó Dream, llevándolo hacia allí.

—¿Para qué?

—Mi obsequio —fue lo único que dijo.

Llegaron a la sala de spa y Dream ordenó a todos que salieran, para que solo quedaran ellos dos solos.

Al rato llegó el paquete que Dream había pedido, donde estaba el obsequio que le iba a dar a George.

—Recuéstate y relájate.

Dream empezó a acariciar suavemente los hombros de George, subiendo luego a su cuello, para después bajar hacia su espalda.

—Antiguamente a las mujeres histéricas se las trataba de una forma particular —Dream comenzó a hacer un poco más de presión—. Iban al médico y este les hacía un masaje pélvico. Este método parecía funcionar y cada vez más mujeres querían este tratamiento. Así es como se inventó el vibrador de uso sexual. Era una forma de que la mujer pudiera hacerlo por su cuenta sin la necesidad de ir al médico. ¿No es impresionante?

—Eso es asqueroso. ¿Por qué dejarían que un extraño las tocara?

—En ese tiempo era un tratamiento. Quizás sea por eso.

—¿Por qué me cuentas esto?

—Porque creo que esto puede ayudarte con tu mal carácter.

Dream quita la toalla que cubría el trasero de George y la deja sobre una de las sillas.

—No te asustes. Tengo práctica en esto.

Dream abrió el paquete y sacó el frasquito de lubricante, que roció sobre la entrada de George.

Acarició lentamente con la yema de sus dedos para acostumbrarnos al roce.

—Tranquilo, George. Dime que pare y lo haré.

Introdució el primer dedo con delicadeza para no lastimarlo y George soltó un gemido que intentó disimularlo.

—¿¡Qué estás haciendo!?

—Relájate y déjame hacer mi trabajo.

Dream siguió introduciendo su dedo hasta encontrar el punto dulce de George y lo pudo confirmar cuando este se estremeció.

—Se siente bien, ¿no?

Aquellos sonidos de placer pudieron confirmarlo.

—Puede que al comienzo parezca difícil, pero con práctica lo encontrarás muy rápido. Hay distintas formas de sentir placer. Te he conseguido un masajeador de próstata. Úsalo cuando lo necesites, solo avísame para darte tu espacio.

—Estás mal de la cabeza.

Dream soltó una dulce risa.

—Pensé que lo estabas disfrutando.

—Ya quisieras.

...

George le echó una pequeña ojeada al objeto aprovechando que Dream estaba distraído buscando su vestuario, ya que el anterior le parecía muy incómodo.

—¿Ya lo has usado? —le preguntó Dream dejando la ropa sobre la cama.

—No sé a qué te refieres —respondió George, empujando con su pie la caja por debajo de su cama.

—Olvídalo. No quiero ser un entrometido, pero, ¿por qué no quiere casarse?

—Porque no quiero.

—Debe haber una razón.

—¿No querer no es una razón suficiente?

—No querer no es una razón. Quiero saber la razón por la que no quiere.

—Porque no necesito casarme y menos con alguien que no amo.

—¿Amas a alguien?

—A mí, pero no puedo casarme conmigo mismo.

—Eso me recuerda a una frase de Oscar Wilde. "Habitualmente, prefiero mi propia compañía".

—¿Siempre eres así?

—¿A qué te refieres?

—Así de aburrido.

—Solo estoy intentando seguir el tema de conversación.

—¿Por qué te interesa tanto eso?

—No es como que haya mucho en qué interesarse siendo un simple mayordomo y creo que es divertido conocer un punto de vista distinto al nuestro. Si te soy sincero, eres el primer príncipe que conozco y eso es divertido.

—¿Gracias?

—De nada —respondió riéndose de su propio chiste.

...

—"Como si no fuera suficiente su desgracia, se enamoró" —pronunció Dream en voz baja.

—¿Qué? —preguntó George confundido.

—Oscar Wilde tiene buenas frases, ¿no lo crees? Por si fuera poco fue un gran escritor. ¿Has leído uno de sus libros? Si te soy sincero, me recuerdas a un personaje.

—¿A cuál?

—Dorian Gray. Ambos tienen ese encanto y fascinación por sí mismos.

—Ajá.

—¿Sabías que el amante de Wilde era un hombre? El padre de su amante se enteró y supongo que fue el escándalo del momento. ¿Qué opinas?

—Hablas demasiado.

—Háblame.

—¿De qué?

—De ti.

Príncipe George [Dreamnotfound]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora