La mejor parte.

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Segunda parte.

No podía, aunque quisiera, no podía apartar sus ojos de la pequeña bebé que se aferraba a ella y abría su boca, solo su llanto logro hacer que apartará su vista, asustada.

—Esta bien, no te preocupes debe tener hambre —le dijo Hanna con dulzura—. Tienes que alimentarla.

Seguía un poco aturdida, no quería soltar con ningún brazo a su bebé, pero necesita hacerlo.

—Esta bien, te ayudo —la mujer se acercó a ella, para bajarle la blusa con cuidado—. Tienes que tener cuidado de no ahogarla, ella está ahora aprendiendo a mamar.

—¿Cómo sabré si no la estoy lastimando?

—Creeme lo sabrás.

Esa respuesta no la había ayudado en absoluto. Fue una sensación extraña alimentar a su bebé,una que pensó que nunca podría experimentar, pero allí estaba, tenía en sus brazos un pequeño humano, que se pegaba a su pecho.

Aún cuando el esposo de Hanna y el doctor entraron, seguía un poco aturdida, temerosa.

Estaba felíz, claro que estaba felíz, tenía una bebé, una bebé del hombre que amaba. Debía ser un hecho para rebosar de felicidad, un milagro.

Pero no pudo evitar pensar en cómo  todo pudo hacer sido tan diferente, si tan solo hubiera dicho la verdad, quizá solo quizá, él podría hacer estado con ella, sonriendo y llorando, cómo siempre solía hacerlo.

Los siguientes días fueron un mar de emociones, la mayor de ella fue el miedo.

—No llores bebé —dijo suavemente, moviéndose alrededor del cuarto—Dime, que te molesta.

La bebé seguía llorando.

—Me pregunto...¿Qué haría tu padre? Seguramente estaría igual que yo, en pánico —dijo.

En esa situación, ella debía ser la madura y tranquila de los dos, buscando alguna solución y quizá él daría una sugerencia...

"Canta, tal vez deja de llorar si escucha a su madre cantar"

Se sentó en la cama, con nervios, empezó a cantar, los llantos se detuvieron hasta volverse quejidos a medida que pasaba el tiempo, no se quedó dormida, sus pequeños ojos verdes estaban muy despiertos, mientras su madre cantaba, cuando por fin termino el cantó, solo sonrió.

—Dios, eres tan hermosa —beso sus mejillas con suavidad—. Eres muy hermosa, mi pequeña bebé.

No era una bebé que durmiera mucho, eso era agotador.

Y así fueron pasando los días.

—¿Y ya lo decidiste? —preguntó Hanna.

—No lo se, pero...—guardo silencio un momento—. Me gustan muchos lugares.

—Me refiero al nombre, no puedes llamarla bebé por siempre.

—Cierto.

No tenía ninguna idea, ningúna. Solo algunos que había escuchado de casualidad.

—¿Aiko? ¿Suki? ¿Sasha?

Ojalá el hubiera podido ayudarla o alguno de sus padres. Sonrió seguramente estarían felices, muy felices.

Y la madre de Eren...su madre...

—Carla —dijo de la nada.

—¡Que gran nombre!

Vio a la anciana que tenía una gran sonrisa en su cara, era un buen nombre.

Sonrió—. Así se llamaba una persona a la que quería mucho.

One-Shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora