El pueblo

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Zuko se había separado del Tío Aíro y empezó a vagar por las planicies del Reino Tierra, después de haberse separado del aquel chico que termino despresiandolo por ser de la Nación del Fuego, su corazón parecía moverse cada vez que recordaba.

Las provisiones parecían acabarse rápidamente al igual que el dinero, y al estar en medio de algunos campos creyó que lo mejor sería ir al mercado a comprar algo de comer y beber para el y su caballo-aveztruz.

Cuando entro al mercado su presencia parecía haberse vuelto anormalmente especial, ya que todas parecían mirarlo constantemente.

El llegó a un puesto de verduras y saco su monedero con menos de la mitad de monedas que con las que había empezado el viaje, pero aún eran suficiente.

El hombre al escuchar el sonar de las monedas no dudo en acercarse a Zuko y atenderlo. Rápidamente Zuko salió de ahí con todo lo que necesitaba.

Caminaba con la esperanza de poder encontrar una posada y no fue posible, pregunto a los aldeanos y ellos le dijeron que en ese pueblo no había ninguna. Zuko se encontraba en un problema, necesitaba que el caballo-aveztruz descansará y el también necesitaba un buen descanso.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por las voces de otras personas, eran arrogantes y muy groseras, los gritos dirigidos a él no hicieron más que causarle un malestar de cabeza. Esas personas pedían dinero y querían arrebatarle el caballo-aveztruz a punta de espada.

Zuko saco sus espadas gemelas en forma de evasión, sin intensión de usar sus poderes de nuevo. Tampoco quería matarlos ya que causaría inseguridad en la gente.

Los hombres se apresuraron hacia él con espadas curvas y muy afiladas, rápidamente él esquivaba las espadas y golpeaba los mangos para hacer que las soltaran, los hombres se quedaron sin espadas y fueron golpeados por Zuko, justo cuando dejó de golpear un hombre se acercó por detrás y balanceo su espada hacía Zuko, haciéndole una herida en la espalda.

La gente que se encontraba alrededor gritó y comenzó a correr.

Zuko apesar de estar herido derribo al hombre, apoyándose en el caballo-aveztruz, con la vista un poco nublada y su corazón palpitaba demasiado.

- Creo que necesitas ayuda. Ven, te llevaré a mi casa - La voz delicada de una mujer parecía resonar en la cabeza de Zuko.

Cerro los ojos por un momento y durmió.

La chica del campo (Zuko)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora