𝑪𝒂𝒎𝒃𝒊𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒅𝒆 𝒓𝒆𝒂𝒍𝒊𝒅𝒂𝒅 (𝑹𝒂𝒚 𝒚 𝒕𝒖)

Capítulo 10 <3

NARRA ____

Al día siguiente Norman ya le había contado a Emma sobre que Ray era el traidor aunque supuestamente estaba de nuestro lado.

Esa mañana, justo al terminar de desayunar, estuvimos practicando con los del orfanato para escapar.

Todo esto era porque habían puesto la fecha de recogida de Norman y no sé en qué momento la mía también, dentro de diez días y nos faltaba tiempo.

—Recordad borrar vuestros pasos para que no os encuentren tan fácil.

—¡Sí, ____! —hablaron varios niños pequeños.

Todo iba bastante bien aunque ellos pensaban que solo era un juego.

Ese día más tarde le contamos a Don y a Gilda sobre el secreto de la granja.

—¿Cómo acaba la broma? —preguntó Don riéndose con firmeza.

Hubo un silencio hasta que Ray como siempre lo rompió como si nada.

—Es verdad.

Don se empezó a quejar de que era imposible hasta que Gilda le tuvo que interrumpir.

—¿Crees que con lo que Emma ama al orfanato y a mamá, haría este tipo de broma?

Poco a poco, Don empezó a creérselo hasta que preguntó por Conny.

—¿Y Conny está bien?

Estábamos esperando a que alguien dijese que estaba muerta, aunque ninguno se atrevía.

—No lo sabemos —habló Norman.

Miré atrás y ví a Ray mirándole con una cara desconfiada.

Él y yo pensábamos igual. Era mejor la verdad, aunque si lo pensabas, puede que no.

—Huiremos todos de aquí —les dijo Emma y ellos asistieron.

Cuando se fueron Gilda y Don nos quedamos los cuatro en la biblioteca hasta que Ray le habló a Norman.

—¿Por qué les has mentido?

—Pues en realidad no lo sé muy bien. Por no hacerles tanto daño podría decirse.

—Luego les harás más daño.

—Dejar de discutir de una vez —dijo Emma mientras se ponía entre los dos.

—Eso digo yo parecéis niños pequeños, aunque en realidad lo sois —hablé.

Ellos ya sabiendo mi secreto de que no era de esta realidad se me quedaron mirando fijamente hasta que me reí.

—¿Qué pasa, tengo algo en la cara?

—En realidad sí —dijo Ray.

—¿El qué?

—Un bicho.

En ese momento me asusté. Odio los bichos. Me dan mucho asco y son muy feos.

—¡Quítamelo ya! —grité mientras me movía.