Estamos en la guarida de Ryozampaku donde todos estaban reunidos frente al monitor de una computadora mirando un video enviado por el 4to puño Loki y mientras que todos estaban sorprendidos y algo asustados el general Kenichi Shirahama, estaba completamente furioso sus manos formaban puños que parecían presionarse con cada segundo que pasaba además de que de estos comenzaba a salir sangre.
¿Qué? ¿Están confundidos? Bueno para explicar como llegamos aquí tenemos que retroceder 2 días en una cita entre nuestro azabache y una morena de piel pálida y ojos oscuros, ambos estaban en una cafetería sentados uno frente al otro bebiendo de una malteada gigante con dos popotes (Por insistencia de la chica) aunque el chico se mantenía ocupado con un croissant tratando de ignorar como la chica lamia poco a poco la crema chantilly de manera insinuante haciendo sonrojar a varios pero el azabache se mantenía estoico.
Kenichi: Karla por favor ¿Puedes dejar de hacer eso? - El chico dio una mordida bastante grande tratando de tranquilizarse.
Karla: ¿Te pongo nervioso querido esposo? - La chica dio una sonrisa perfecta y le giño el ojo.
Kenichi: Karla numero 1 tu y yo no somos esposos, numero 2 estamos en esta cita por ordenes de tu abuelo y numero 3 Todos estos idiotas se te quedan viendo con caras de imbéciles cada que haces algo así y a mi me molesta mucho - Comenzó a elevar su aura intimidando a todos los hombres presentes haciéndoles sentir como sus dientes y partes nobles corrían peligro.
Karla: Jeje a pesar de que dices que no somos esposos te comportas muy sobreprotector conmigo - La chica tomo su mano haciendo que su aura bajara por la sorpresa.
Kenichi: Es que eres una chica hermosa y divertida, no me gusta que te vean como un objeto - El chico inconscientemente apretó la mano de la chica haciendo que esta se sonrojara un poco.
Karla: A pesar de todo lo que dices tu y yo de verdad nos estamos acercando, tal ves podemos comenzar así - La chica se puso a un lado de el y abrazo su lado derecho poniendo su brazo entre sus pechos - Talvez podemos comenzar así, siendo amigos y podríamos llegar a ser más - La chica volteo a ver el rosto del chico y se encontró con sus ojos esos ojos azules oscuros que la enloquecían, esa mirada era atrayente y peligrosa era una mirada cálida pero al mismo tiempo prometía dolor.
Kenichi: Karla - El nombre de la pelinegra se escapo de sus labios, su aliento rozando el rosto de la morena hizo que esta se sonrojara tiñendo sus mejillas de un rojo bastante vivo.
Karla: Kenichi - Ella se acerco lentamente a el, su mundo se había detenido sentían una atracción que no podían describir, era como alguna especie de magnetismo animal.
Cada ves que este tipo de situaciones se presentaban el mundo se borraba para ellos en sus mentes y corazones solamente existían ellos dos el tiempo parecía pasar mas despacio sus corazones latían con fuerza casi podían sentir como retumbaban con tal fuerza que se saldrían de sus cuerpos, con cada centímetro que sus labios se acercaban sus latidos se aceleraban cada ves mas, ambos cerraban sus ojos poco a poco esperando a sentir ese cálido sentimiento que esperaban con ansias.
Time skip ese mismo día en la noche.
Kensei: ¿Y como te fue en tu cita con la chica Kure? - El hombre chino leía su revista sentado sobre las plantas de los pies del muchacho, mientras su discípulo se movía hacia adelante apoyando sus manos en unas vasijas con bocas bastante grandes.
Kenichi: Bastante normal, aunque sigue haciéndome esas insinuaciones - El chico estaba sudando a mares y sentía como sus brazos quemaban con fuerza.
Kensei: Así son las mujeres Kure muchacho si ven a un hombre fuerte que derrota al principal prospecto de su generación es como si se convirtieran en conejos en primavera - El hombre salto al piso una ves que el muchacho termino su recorrido.
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El artista marcial callejero
FanfictionKenichi es un peleador callejero y de sus peleas saca dinero para mantenerse y a su pequeña hermana, tiene esa vida hasta que llegó ragnarok donde el último puño el más débil le dió una palisa y le dijo "No importa que tan fuerte seas o cuántos truc...