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La semana ya había concluido, Sai se encontraba esperando a la rubia en el lugar acordado, no tuvo que esperar mucho cuando vio a la chica a lo lejos.

Ino desde la distancia pudo reconocer el lugar que Sai le había dicho, era el mismo parque y el mismo árbol que había visto en la pintura del contrario, y del cual, también le había hablado.

Sai: Por tu expresión en tu cara puedo ver que reconociste el lugar

Ino: Es hermoso, definitivamente aquí podremos inspirarnos para pintar, es demasiado tranquilo

Sai: Justamente te traje aquí por eso

Ambos se sentaron en el suave pasto y sacaron sus pinturas y sus lienzos.

Ino: Bien, ¿cómo empezaremos?

Sai: Haremos lo mismo que hace la maestra, elegiremos una palabra y pintaremos conforme la interpretemos, si te quedas en blanco te ayudaré, incluso si no sabes cómo dibujar algo, te iré guiando en todo

Ino: Te agradezco mucho que decidieras ayudarme

Sai: No me agradezcas, al fin y al cabo ambos queremos recuperar nuestros clubes

La rubia asintió, después de eso ambos eligieron una palabra al azar y pintaron conforme a esta, tal y como el pálido dijo, la fue guiando en cuanto no supo cómo seguir, le agarro su mano mientras le ayudaba a trazar. Ino se sonrojó ante tal contacto, pero no le molestó, por lo que solamente se dejó guiar; Sai estaba ansiando poder sentir el contacto de sus manos, así que aprovechó la ocasión en cuanto se le presentó.

Sai: Y... ¡así! Así es como se hace

El chico se vio obligado a soltarle la mano, no quería incomodar a la contraria. Sin embargo Ino lo que menos sentía era incomodidad, se dio cuenta que la presencia y el contacto de Sai le producían una especie de cosquilleo.

Ino: Es impresionante como haces resaltar las cosas

Sai: Solo utilizó la técnica adecuada

Ino: Y por eso es que dibujas y pintas tan bien

Sai se sorprendió ante lo dicho. Ella jamás le había soltado un halago hacia su talento, es más, pensó que lo de ayudarle a mejorar solamente lo estaba haciendo para poder recuperar su club y no porque pensara que él es talentoso. Se repitió embelesado en su mente "¡¿En serio ella piensa eso de mi?!". Sin aguantar las ganas, le preguntó.

Sai: ¿En serio... piensas eso?

Ino: ¡Claro que si! Es solo que... nunca te lo había dicho... al menos no en voz alta

El chico esbozó una sonrisa sin poder ocultarla. Se sentía extrañamente bien saber que sus obras de arte eran admiradas por ella.

Ese día para ambos fue sumamente diferente; después de pintar y analizar lo pintado, ambos se pusieron a charlar sobre cosas de sus vidas, como sus gustos, eran tan contrarios y eso fue lo que les llamó la atención del otro, ya que aún así se lograban entender. 

Después de esa sesión de ayuda, Sai se dio cuenta de que todo el tiempo se la paso observando la sonrisa de la rubia, y no solo eso, sino también sus gestos, le gustaba verla sonreír. Cuando Ino se fue aprovechó para quedarse un rato más en el lugar, sacó su cuaderno de dibujo y empezó a dibujar a la chica con sumo cuidado, y cuando concluyó, se quedó satisfecho con el resultado.

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El rubio había llegó al lugar propuesto, el cual constaba de una piscina olímpica. El lugar estaba vacío, la mayoría iba a las piscinas que tenían juegos acuáticos y cosas por el estilo, aparte de que, él mismo se encargó de separar el lugar, solo fue necesario hacer una llamada para eso, debido a que un tío de él era el dueño de dicha piscina.

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