¿Acepto?

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Por los pasillos, ahora atemorizado, una galleta de regaliz caminaba, abrazando su arma y temblando, con la vista baja y esperando un regaño del cual se acordaría hasta su descendencia, parecía estar por cortarse la garganta el mismo. . .

Ha incumplido una orden de la gran Dark Enchantress, es claro que está muriendo de miedo, al momento de cruzar el umbral, fue sorprendido por la líder que, precisamente, lo estaba buscando.

– ¡Mi señora! N-no esperaba verla tan. . . Tan pronto. – Sonrió nervioso, estaba muriendo, afortunadamente ya estaba presentable, si logro conseguir un sastre.

– Licorice, ¿Trajiste el tesoro? – El silencio fue mortal, duro más de 5 segundos y esto fastidio a la gran hechicera quien repitió su pregunta con un tono a un más autoritario.

– Yo. . . Lo siento mi señora, no logre encontrarlo, fue una búsqueda inútil, la gente no tenía información. – Se arrodillo, apenas y podía mantener una coherencia al hablar, su lengua se pegaba a su paladar, un nudo en la garganta lo hacía sufrir, el oxígeno  entraba con dificultad a su cuerpo y las lágrimas estaban por salir ¡Cuánto miedo influye esa mujer!

– Ya veo. . . De todos modos, ya no me sirve, no tendríamos donde guardar estatuas los enemigos, puedes irte. – Sin más que agregar, Licorice recobro la conciencia y corrió del sitio, una vez estando fuera del campo de visión, su presión bajo, sintió todo el peso en sus hombros, poco más y sus pulmones explotarian.
Encerrado en una habitación donde se reunían, estaba agradeciendo a cuanto santo se le cruzara por la mente, en algún momento, llego una mujer vestida de rojos, sus ojos de rubí lo juzgaban desde la lejanía.

– Eres patético. – Dijo burlona y alegre.

– ¡Cierra la boca, Pome-tonta! – Se encogió de hombros aquella mujer, con el espejo en mano planeo en atacar, solo por el horrible apodo que le había dado, ¡Ella no es tonta! Para nada.
Lo crítico múltiples veces por no lograr encontrar algo tan simple como un tesoro. La líder se ha ido hace un rato, fue cuestión de tiempo para gritos y algunos intentos de homicidio, ni cuando ni por qué, ya se atacaban con intensiones mortales.
Por alguna razón, Licorice esquivaba de manera distinta, es como mi temiera de pisar el suelo, de todos modos, pudo ir más rápido, tener un ritmo, al momento de que un adorno pequeño se rompió supieron que era el momento de parar, aún así, sabían que podían destruir algo importante y. . . Ambos devotos se negaban a algo así.

– ¡La siguiente voy a ganar, ya lo veras! –

– Guarda silencio, tu voz no es la más agradable. – Agitó la mano para indicar que se callara, ella se retiro de inmediato, en su lugar, llegaron el joven príncipe y un bonito honguito sonriente.

Ojos Esmeralda. 「Licorice × Scorpion」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora