Ambrosía

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Sanzu admitía que envidiaba bastante a Kokonoi, no entendía como el peliblanco tenía un novio tan jodidamente sexy que podía equiparse con un modelo.

Seishu Inui era un sueño: sus largos cabellos rubios, sus ojos esmeralda que eran adornados con unas preciosas y largas pestañas, la blanca piel que no perdía belleza a pesar de tener una cicatriz que abarcaba una parte de ese rostro serio y casi inexpresivo, incluso con ello tenía la cara de un ángel y en cuanto a su físico, Sanzu no había sido el único que había notado las delgada cintura que resaltaba exquisitamente en los trajes y vestidos rojos que solía lucir, aunado a las largas y esbeltas piernas que eran la envidia para todos los miembros de Bonten solo por querer que las mismas se enrredaran en sus caderas o llegasen de manera pervertida a recargarse en sus hombros; como seguramente cada noche lo hacían alrededor de Kokonoi.

Y vaya que era jodidamente atractivo como se paseaba a su alrededor enfundado en tacones altos, sabía la obsesión de Koko por comprar esos zapatos y antes de conocer a Seishu pensó que eran un extraño fetiche del peliblanco, hasta que conoció al portador de los mismos, entendiendo que cualquiera que tuviera la suerte de salir con semejante belleza también lo consentiría con los zapatos más caros y hermosos que podía encontrar.

Desgraciadamente el rubio solo tenía ojos para Koko, a pesar de haber recibido algunas (muchas) insinuaciones de los hermanos Haitani y quizás de él mismo al no estar en sus 5 sentidos por culpa (y excusa) de algunas estremecedoras píldoras que eran su alivio al final del día, pero su respuesta era simplemente ignorarlos y mirarlos como si fueran la basura más asquerosa con la que el rubio tenía la desgracia de encontrarse. Aunado con su expresión sombría y recalcando que; -En este mundo incluido el infierno no veía a nadie más que a Koko...- que aburrido, pensaba Sanzu, lo que él mismo daría por pasar una noche con ese jodido modelo.

Sentado en la barra de la sala de reuniones de Bonten el pelirrosa observaba lo concentrado que el peliblanco se encontraba frente a su computadora, seguramente resolviendo todos los asuntos pertinentes a la organización.

A su lado recostado se encontraba Seishu, vestido con un traje Borgoña estilo chino muy parecido al que portaba el peliblanco, con la diferencia que este era un vestido corto, por lo que sus esbeltos muslos quedaban al descubierto, con unas botas altas de cuero que llegaban hasta sus rodillas.

Seishu Inui no interactuaba casi nada en los asuntos de Bonten a pesar de que Mikey había reconocido lo bueno que el ojiverde era pelando y las poderosas influencias que tenía dada su relación con todas las generaciones de los Black Dragon, sin embargo a pesar de las propuestas de Mikey por que se hiciera un miembro activo de la organización, Seishu rechazaba cada una con una cara de hastío y molestía, pasando la mayor parte del tiempo en las habitaciones privadas de la mansión que le pertenecían a Kokonoi y únicamente cuando el peliblanco se encontraba en la mansión, este salía de su escondite para seguir durmiendo en el regazo del ejecutivo o salir para acompañarlo a encargarse de asesinar a algunos cuantos si se metían con los negocios del mayor.

-Hey Kokonoi-

-Qué quieres Sanzu, estoy ocupado...-sin despegar la mirada del ordenador Kokonoi seguía trabajando, un poco exasperado con el pelirrosa, dado que de todos los ejecutivos de Bonten era con quién peor se llevaba y con quien por desgracia había pasado su tarde de viernes junto a él encargándose de algunos negocios, dado que el menor era la mano derecha de Mikey en todos los asuntos relacionados a Bonten y si el jefe no se encontraba, todo lo tenían que solucionar junto a Sanzu.

-¿Cómo mierda conseguiste a alguien como Inui? ¿Lo secuestraste y ahora tiene un síndrome de Estocolmo hacia ti? - Probablemente en ese punto ya no medía sus palabras, aquel era el quinto vaso de Whisky de la noche y combinarlo con algunas de sus pastillas lo estaba haciendo perder un poco el juicio, pero la curiosidad, la envidia y por supuesto un poco de celos (o bastantes) lo habían empujado hasta el punto de querer saciar un poco su curiosidad.

Somnífero [KokoInu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora