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Me lancé a mi asiento habitual sin mirar a nadie. Sabía que el profesor aún no llegaba porque lo vi al pie de la escalera platicando con otros alumnos. Eso me daba unos minutos de ventaja. Saqué mi libro y releí las instrucciones de la tarea. 

No era mi culpa. Tenía siete materias de psicología que atender antes que la clase de idioma. Había prioridades. Ahora, sin embargo, debía darme prisa. Si tan solo no me hubiera quedado dormido ayer…

Fijé mi vista en los tres ridículos renglones que parecían burlarse de mí. Entrecerré los ojos y los miré receloso como si eso pudiera ayudarme a entender. 

Luego de un rato comprendí que no tenía caso confiar en mis habilidades. Refunfuñando saqué mi teléfono, puse el traductor en línea y comencé a escribir presuroso, equivocándome de vez en vez en las letras u ortografía. 

“Inventa una historia similar a la del ejemplo anterior y escríbela en el siguiente espacio. Recuerda rellenar por lo menos tres cuartillas”.

—Mierda —murmuré.

¿Tres cuartillas? ¿En inglés? ¿Inventarme una historia? Ni hablar. Perdería los cinco puntos que valía esta tarea, seguro que sí. No existía modo de que pudiera lograrlo antes de que el profesor llegara.

—Ugh, no hiciste la tarea. —El libro me fue arrebatado. Cuando miré hacia arriba me encontré las facciones serenas de Sehun mientras hojeaba las páginas. Una sonrisa tironeó de sus labios al ver un montón de ejercicios sin contestar.

—Ayer me quedé dormido —excusé bajando la mirada a mi regazo. Las mejillas me ardían, pues apenas verlo la imagen de su desnudez se reprodujo en mi mente.

A dos semanas de aquella extraña noche, no había visto a ninguno de los cinco. Sehun faltó a la clase pasada y a Hyukjae yo lo estaba evitando. Con los demás no tenía nada que ver. A causa de esto, y de vivir catorce días completos como el chico normal y rutinario que nunca debí dejar de ser, el pudor y la vergüenza regresaron a mí de forma gradual. 

—Pobrecito —se burló revolviéndome el cabello—. Yo puedo ayudarte.

—¿Pasándome la tarea? —Sin esperar respuesta agregué —En realidad no. Debo inventar una historia, y si escribo la misma que tú el profesor va a darse cuenta.

—No te preocupes por eso, tendrás una tarea distinta, pero hay una condición.

—¿Cuál? —pregunté. Si quería que le comprara el desayuno o algo así por mí estaba bien.

—¿A qué hora termina tu ultima clase?

—A las tres.

—Perfecto, también la mía. Te veré en la puerta cinco del estacionamiento ¿vale? 

—¿Para qué? —pregunté intrigado ¿Qué era lo que quería?

Se rio y como si fuéramos amigos de toda la vida me pellizcó una mejilla.

—Porque quiero que me invites un helado en el mall.

Fruncí el ceño y froté la zona enrojecida de mi rostro.

—¿Esa es tu condición? Pensé que querías dinero —se me salió decir. Cuando reparé en mis palabras, Sehun ya se estaba riendo.

—Tienes mejores cosas qué ofrecer que dinero… Nos vemos, Donghae —pronunció mi nombre lentamente, igual a la primera vez. 

Se llevó mi libro. Lo seguí con la mirada, notando que se sentaba de frente a una bonita chica de corto cabello negro. 

—Hola cariño —le dijo atrayendo su atención de inmediato. La muchacha lo miró tímida, poniéndose roja.

DIONISIO (Eunhae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora