IV

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Durante el resto de la semana fijé una meta muy clara: no dejar que lo ocurrido acaparara mi mente. Me esforcé el doble en todo: acabé mis tareas de los próximos diez días, limpié la casa, cociné postres y salí con amigos del bachillerato.

Aprovechando el fin de semana, Donghwa regresó la noche del viernes para quedarse hasta el domingo en la tarde, así que mis tres pequeños sobrinos, habiendo convertido la casa en un torbellino, también me ayudaban a distraerme. Yeon, Johee, Sujin de tres, seis y siete años respectivamente.

De esa forma terminamos aquí y ahora. El sábado llegó más rápido de lo que imaginé, y siendo sincero me emocionaba tanto como me aterraba.

El reloj marcaba las nueve y un poco más. Mi plan maestro fue decirle a mamá que iría a una fiesta en el departamento de Hyukjae. Resultó bien porque no estaba mintiendo, sino más bien maquillando la verdad. Ella no tenía por qué enterarse de los detalles. A final de cuentas la idea le encantó. Asumió que era su cumpleaños y le horneó un pequeño pastel en “agradecimiento por haber sido un buen tutor conmigo”. Casi me deshice explicándole que no era necesario, pero ella no atendió a mis suplicas. 

A las 9:30 estuve en el recibidor cargando un pastel de fresa.

—Mamá, es en serio, esto me hace sentir avergonzado —le dije dando brinquitos de desespero.

—¿Por qué? —preguntó indignadísima —No pretendes ir a su fiesta de cumpleaños sin un regalo ¿cierto? Dile que lo has horneado tú.

—Es que… —antes de quejarme una vez más, Donghwa bajó las escaleras, se apoyó en una pared y soltó un suspiro.

—Al fin se han dormido —comentó hablando de sus hijos. Notó mi mueca descompuesta y levantó una ceja en forma burlona—. Parecen estar teniendo una pelea tonta.

—Es Donghae —se apresuró mi madre a acusarme—. No quiere llevarle a su amigo el pastel que le hice de cumpleaños.

Y yo ya tenía muchas ganas de gritarle “¡No es su cumpleaños!”.

—¿Por qué? —preguntó Donghwa —No le veo lo malo.

—E-es que… —Si en realidad fuera una fiesta de cumpleaños no tendría problemas, pero ahora mismo me dirigía a una celebración incierta de hombres locos que probablemente iban a follar entre ellos —¡El autobús! —grité de pronto —No puedo irme en el autobús cargándolo, terminaré embarrándolo en la ropa de alguien.

—¡Lo hubieras dicho antes! —se rio Donghwa palmeándome la espalda —Te llevo en mi auto.

—¿Qué?

Okay, esto no estaba resultando bien.

—Apresúrate o llegarás tarde.

Sin darme oportunidad de opinar nada al respecto, tomó sus llaves, le dio un beso a mamá en la mejilla y salió dejando la puerta abierta para que lo siguiera. 

—¿Ya ves? Ahora que Donghwa te llevará no hay problemas ni excusas. —Mamá me empujó por los hombros y me sacó de casa. No me quedó de otra más que caminar hacia el auto, derrotado y con el pastel en las manos.

Me subí temblando e intenté convencerme de que todo iría bien. No era como si Donghwa quisiera acompañarme hasta la puerta del edificio o Hyukjae me fuera a recibir desnudo. Mi hermano no tenía manera de enterarse a lo que iba. 

—… chupetón en el cuello.

—¡¿Qué?! —reaccioné al escuchar eso. Podría apostar que me puse pálido —¿Qué has dicho?

DIONISIO (Eunhae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora