VI

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Lunes por la mañana, a quince minutos de haber ingresado a la clase. Sentía una lagaña seca al filo de mi ojo derecho. El mundo todavía me daba vueltas ¿Tendría baba seca en la mejilla, la marca de la almohada en el rostro, una macha de pasta dental en la camiseta? A lo mejor. Quizá por eso el señor Iong me veía con tanto desdén.

—¿Leíste la teogonía? —me preguntó irradiando superioridad. Sostenía descuidado la tarea que le entregué al inicio de a clase y pasaba los ojos de las palabras a mi rostro.

¿La teo qué?

—Claro —respondí en cambio, clavándome en sus ojos. Prefería eso a darme cuenta que todos mis compañeros me miraban apenados, Kyu incluido.

—Entonces creo que puedes explicarnos a la perfección y desde el principio el origen de los dioses.

—Yo…, uuuh…

De seguro mi trabajo era una mierda. No debí entregarlo así. Me entretuve en las tareas de psicología y dejé al último la lectura de literatura griega. Era un libro completo de ciento treinta páginas. Leí las primeras veinte antes de rendirme. Hice precisamente lo que Hyukjae me recomendó no hacer: busqué un resumen en internet y de ahí escribí lo que entendí, o sea no mucho. Sin su ayuda y con el evidente asco que el profesor sentía hacia mí, esto resultaba un infierno. Hasta había considerado dar de baja la clase, a pesar de que eso pudiera significar perder créditos importantes de mi titulación.

—Sí, Donghae, ya que leíste la teogonía cuéntanos ¿qué pasó con Gea y Cronos? ¿Cómo es que Zeus se volvió en contra de su padre?

Me quedé callado un rato, entrando en pánico. No lo recordaba, no lo sabía.

—¡Yo sé! —respondió Kyuhyun levantando la mano —Gea le pidió a Zeus que…

—¡Estoy preguntándole a Donghae, Cho! Guarda silencio —lo interrumpió el profesor. Sus ojos de roca se posaron sobre mí e hizo un movimiento de cabeza —¿Y bien, Donghae?

Bajé mi mirada al pupitre y me puse a acomodar mis bolígrafos por colores, solo entonces noté que las manos me temblaban.

—Donghae —presionó.

—No sé —respondí mordiéndome el labio—. Lo siento, es que no tuve tiempo de leer…

—¿No tuviste tiempo? —preguntó burlón ¿Por qué tenía que hacerme esto en frente de todos? —¿Por qué no tuviste tiempo? ¿Tienes dos empleos aparte de la universidad o qué?

—Estudio psicología y estuve lleno de tareas. Lo siento. —Ni yo mismo sabía por qué le daba explicaciones. No le importaba y no era mi obligación responder…, pero es que todos me estaban viendo.

—Estudias psicología —se burló lleno de sorna —¿Qué haces en esta clase?

—Creí que aprender literatura griega sería divertido.

—Ahí está —dijo a los demás, apuntándome—. El chico cree que la clase es un juego para divertirse y nos atrasa a todos lo que sí sabemos dónde estamos parados ¿Ya ven lo que les digo? En otras carreras nos toman por payasos cuenta cuentos. Creen que la literatura es lo más fácil del mundo hasta que intentan estudiarla en serio. Aquí están las consecuencias. —Sus ojos volvieron a dirigirse a mí—. Esta asignatura no vas a aprobarla y dudo que puedas con las de tu propia carrera, ni siquiera posees comprensión lectora. —Soltó un suspiro y negó con la cabeza —¿Por qué no te vas, Donghae? No necesitas esta clase y nosotros no necesitamos más retrasos por tu culpa. De todo corazón, haznos un favor. —Y abrió la puerta principal.

Solté un sollozo reprimido que atrajo la atención de todos a mi rostro. Me levanté tan torpemente que tiré mis bolígrafos de colores, pero ni siquiera me agaché a juntarlos. Pegué la mochila abierta a mi pecho junto a mi cuaderno de notas y salí disparado, llorando patéticamente.

DIONISIO (Eunhae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora