Otro día, otra pelea, otras heridas, otras incógnitas.
Era un hermoso día en el que la matriarca López sigue insistiendo con el vestido que debe usar su hija para la boda. Pero ahora en privado.
Mientras eso sucede en el cuarto de la pareja, la gran Violinista, Vanya Hargreeves, se encuentra poniendo su lugar de "vivienda o estancia" de cabeza buscando sus pastillas. Busca con desesperación tirando ropa, productos y otros artículos por todos lados buscando ese bote tan preciado y que tanto necesita para sus ataques de pánico y ansiedad que constantemente tiene.
—¿Qué haces, Vanya?— interrogó confundida su hermana morena, Alisson, al verla aventar cosas por todos lados mientras iba pasando por el pasillo.
—Busco mis pastillas— contesto con desesperación y con miedo a lo que le pueda decir y/o hacer su padre al enterarse —, las dejé un momento en mi buró y ahora no están— chillo con miedo y ganas de llorar.
—Está bien, tranquila— trato de calmarla al ver el ataque de ansiedad por no encontrarlas —Yo te ayudare a buscarlas, ¿ok? Las encontraremos en algún momento.
—De acuerdo— accedió más calmada.
Tardaron dos horas en buscar las pastillas por todo el cuarto, pero no encontraron nada. Eso provoco que un sentimiento de terror, nervios, ansiedad y preocupación creciente en su interior, haciéndose un mal a ella misma en distintos sentidos.
Al bajar las escaleras se encontraron a la pareja de prometidos y a los Lopez hablando mientras la número cinco tiene en su mano un bote de pastillas anaranjado. Las pastillas de Vanya.
—¿De quién creen que sean?— pregunto la novia de Cinco con curiosidad.
—Depende— dijo Cinco llamando la atención de todos —Si son para la depresión son de Vanya, pero si son para las articulaciones son del viejo— contesto provocando una ligera carcajada por parte de todos al escuchar tal declaración.
Por primera vez en mucho tiempo, vieron a Cinco sonreír y hacer un chiste sin una razón lógica, solo ser gracioso.
Y escuchar las hermosas risas de su nueva familia.
—Son mías— expuso Vanya colocándose al lado de la pareja dejandose ver para todos ahí.
Alexandra al desconfiar las reviso y, efectivamente, eran suyas. La etiqueta decía la cantidad de pastillas que contiene, la pequeña receta de cuántas debe consumir al día, la fecha de entrega, la fecha de expiración, el nombre de la medicina y el nombre del dueño. La anterior Hargreeves solo asintio dándole la razón y se las devolvió sin rechistar nada, cosa que le pareció extraño a todos y a las hermanas que aún conservan el apellido Hargreeves.
Con extrañeza y confusión ellas se marcharon pronunciando suavemente un gracias que fue correspondido con un asentimiento producido por la garganta de ella y una amable sonrisa mientras recarga su mentón en su mano.
—¿En serio se las entregaste sin preguntarle nada?— interrogó su único hermano rubio -Noah- a su lado con suma confusión al ella verse y estar tan tranquila.
—Si, porque no son las de ella— contesto sacando las verdaderas del espacio bajo la barra, provocando sonrisas orgullosas entre todos, pero una que otra risa.
Todos la conocen a la perfección, ella siempre tiene una plan de respaldo. Por eso las saco sin importar quién venía o no, para entregarlas y hacer un pequeño experimento con su querida hermanita -notese el sarcasmo-.
—¿Con qué las cambiaste?— pregunto su hermana Lana sabiendo que no le pondría cualquier cosa para reemplazar tales pastillas.
—Vitaminas— contesto alzando los hombros sin preocupación alguna —Es que parece esqueleto— contó causando que las risas se volvieran en carcajadas por dichas palabras y contagiando esa risa. —Quemalas— le pidió a su hermana de cabello lacio -Amber- para lanzarlas en su dirección al ver que su mano ya está en llamas y así deshacerse de la evidencia más rápido.
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𝐋𝐞𝐣∅𝐬 𝐃𝐞 𝐄𝐥𝐥∅𝐬 • 𝐓𝐔𝐀 ||Cinco H.||
FanfictionUn día caminando Sir Reginald Hargreeves encontró a una pequeña bebé en la calle abandonada. Él la llevo a la academia para cuidarla, donde todos se encariñaron con ella, incluso Cinco, y la conservaron. Cuando esta bebé cumplió 10 años le empezó a...