04. Valentín

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Antecedentes: 

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Antecedentes: 

Signo: Aries.

Cualidades: Increíblemente llamativo.

Datos extras: El segundo chico que me engatusó. 

Aries, aries, tan impulsivo y controlador. En ocasiones una de las personas más lindas que me tocó conocer. Esa manera de hacerme sentir especial, fue una de las cosas que me volvió loca. Caí a ciegas a tus brazos, pero para cuando me dí cuenta ya era demasiado tarde. 

¿Por qué eres tan drástica para escoger, Zoe?

Encajamos tan bien, parecíamos habernos estado buscando. Fue preciso. Éramos un maldito sueño lúcido. 

¿Qué nos pasó?

¿En qué momento dejé de ser suficiente?

¿En qué momento tus ojos buscaron más allá?

Fue duro, un camino duro y ensombrecido. 

A la edad de trece años caminamos por terrenos tan abrumantes, tan escasos de luz, nada es estable, todo viene y va, el mundo se nos deshace entre las manos. Cuando piensas que vas a paso seguro se sacude el sendero dejándote parado en la nada. En mi caso, cuando creí que todo estaba bien, las inseguridades removieron todas mis fibras nerviosas, algo más grande que la tristeza conmovió mi día a día. Lo que en algún momento solo era luz y felicidad, se volvió melancolía. 

Más tarde las cosas se complicaron el doble, pese a que conseguí ayuda, las recaídas eran inevitables.  Mi espacio seguro se desvaneció, porque tuve que salir de ahí. 

Un colegio nuevo, gente nueva, espacios nuevos y yo me volví la nueva. Aterrador. 

Llamar la atención nunca me gustó, ser el centro de interés mucho menos y un colegio nuevo no era algo que te mantuviese alejado de esa incómoda situación. Abrir mis expectativas no fue fácil, en más de una ocasión quise tirar la toalla, hasta que logré adaptarme. 

Fue jodidamente complicado. 

Conocerte, Valentín, fue mi maldita salvación. 

Me ayudaste a ser más amena la estadía. Nos conocimos por una casualidad. Llegar a tu lado no estaba ni cerca de ser algo planeado, pero salió bien, en su momento claro. Por cosas de la vida  las cuales me costó entender, eras el único maldito puesto vacío justo el primer día de clases. 

Por más que le grité al universo que se apiadase de mí y  me dejara un asiento a solas, no funcionó, ni estaba cerca de funcionar. Estabas tan incómodo como yo cuando busqué tu atención, sin embargo, las situaciones cedieron rápido. Sin verlo venir, nos volvimos cercanos dejando atrás cualquier absurdo miedo, nos centramos en nuestra amistad inseparable, éramos los dos contra el mundo, de un lado a otro, hasta que dejamos ingresar a nuestro pequeño grupo a otras personas que se volvieron parte de nuestro eje. Todo se dio de maravilla y mi estabilidad comenzó a fortalecerse. El pequeño grupo en el que antes lo conformábamos dos, se volvió uno de seis integrantes. 

Los Corazones Rotos De Zoe ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora