Primera alerta

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"Compensación (vacía)"

2001

—...te dije que lo siento. Anda, Alex- no estás molesto conmigo, ¿cierto? —Eric se inclinó por encima de su hombro para besarle la mejilla—. Perdona. Estuve de muy mal humor ayer, estaba estresado, tenía muchas cosas en la cabeza...sabes que no quería que sonase tan mal todo lo que dije. Mira, te traje algo.

Alex estaba por decirle que con las disculpas le bastaba mientras no se repitiese cuando se dio la vuelta. Eric se asomaba desde detrás de una caja envuelta en papel de regalo, sus ojos eran lo único visible por encima del borde de esta.

—Para que veas que lo siento —insistió, en voz baja, al tendérselo. Lo miraba por debajo de las pestañas. La imagen le hacía recordar que tuvo la misma actitud la primera vez que lo invitó a salir; derretía esas emociones heladas y desagradables del bloque instalado en su pecho, eliminaba la sensación de hundimiento y ser menos—. No lo vuelvo a hacer.

Él respiró profundo y dejó caer los hombros.

—Gracias, Eric —murmuró Alex, al sostener la caja. Una pequeña sonrisa se le dibujó cuando sintió que volvía a besarlo.

Tenía una ligera incomodidad en la boca del estómago. Pero fue sencillo ignorarla cuando se concentraba en el regalo, en los besos, los planes para salir y la forma en que le hablaba.

2006

No le avisó. Alex pasó por el cuarto y llevó a cabo su rutina diaria después de volver del trabajo. Desde la cocina, Dane preguntaba si quería arriesgarse a que él cocinase algo para la cena o mejor volvía a pedir a domicilio.

Intentaba contener la risa al contestarle que si esperaba unos minutos, cocinaría para los dos. Se cambió, trastabillando por la habitación. Estaba a punto de salir cuando lo vio.

La caja era pequeña y fue depositada sobre la almohada. Sin papel de regalo para envolverla, sin listones pomposos. Un trozo de papel aguardaba encima.

Distinguió su caligrafía cuando se aproximó.

«Adivina qué soy«

Alex sonreía cuando lo abrió y encontró una de las cámaras que había visto en la tienda a la que fueron la semana anterior. Le pareció costosa entonces, así que había decidido ahorrar de las siguientes dos quincenas del sueldo.

Regresó a la cocina, llevando la caja entre las manos. Dane estaba sentado a un lado de la encimera, frunciéndole el ceño al único recetario que poseían, como si el papel tuviese la culpa de que todo lo que intentaba cocinar se le quemase o quedase medio crudo.

—¿Por qué es esto, amor? —Alex agitó la caja al sentarse frente a él.

Dane lo miró de reojo, ligeramente aturdido. Se le formó una sonrisa.

—Vi que te gustó, hacías pucheros cuando te diste cuenta del precio —Se encogió de hombros—. ¿Necesito una razón para darle un regalo a mi novio?

Alex se dio cuenta que no. Él no necesitaba una razón.

Simplemente no se necesitaba una razón para hacer algo así. Apenas podía creer que todavía lo sorprendiesen pequeños detalles como esos.

Se fijó en la caja otra vez, luego en Dane. Le sonrió.

—Gracias —Se estiró sobre la encimera para darle un beso, que fue correspondido de inmediato. No hubo sensación incómoda esa vez.

(Nunca la había con él)

*Notita: como esto fue basado en el ciclo de la violencia de pareja (luna de miel, tensión, agresión, repetir) y el violentómetro, los títulos de los capítulos marcan la escala de violencia en la forma en que la suelen medir

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*Notita: como esto fue basado en el ciclo de la violencia de pareja (luna de miel, tensión, agresión, repetir) y el violentómetro, los títulos de los capítulos marcan la escala de violencia en la forma en que la suelen medir. Las señales fueron primero porque son lo más básico. Luego alertas. Después consecuencias.
Para más información, vean el violentómetro.

Alex tiene que hablarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora