"Chantajear/Manipular"
2001
—¿Con quién estás hablando?
Alex hizo una pausa en su camino hacia la puerta, bajando el teléfono de forma inconsciente. Carraspeó. Eric lo veía desde la cama, recargado en un conjunto de almohadas. Al notar que la respuesta demoraba, arqueó una ceja.
—Rick.
Lo escuchó emitir un débil «hm» cuando le pidió que se acercase con un gesto. Alex caminó hacia él, despacio.
—Déjame ver —Cuando estuvo a un lado de la cama, Eric le rodeó la cadera con un brazo. Utilizó la mano libre para arrebatarle el teléfono y echar un vistazo.
Alex abrió la boca para protestar, luego la cerró. En verdad no tenía importancia, ¿cierto? No era como si tuviese algo que ocultar, supuso él.
—¿Te vas? —Eric le tendió el teléfono de vuelta. Alex asintió, sin entender por qué arrugaba el entrecejo—. ¿De verdad te vas?
Un ligero escalofrío le recorrió la columna frente a ese tono. Titubeó y se obligó a considerar sus palabras para responderle. No quería hacerlo enojar.
No le gustaba hacerlo enojar.
—Bueno, tengo...que ir a ver a los chicos —Alex se encogió de hombros. Hizo ademán de dar un paso lejos, pero él ya lo había rodeado con ambos brazos, así que fue imposible—. Es por la misión nueva, hay que planear ciertas cosas, incluso...
—Pero me siento mal —Eric comenzó a formar pucheros, haciéndolo vacilar.
—¿Quieres que te compre una medicina cuando vuelva? —Alex intentó peinarle el cabello con los dedos.
Eric se sacudió para evitarlo. Su expresión pasando de la actitud infantil a la seriedad en un parpadeo.
—Debes estar bromeando.
Alex dudó.
—¿Acerca de...? —preguntó, en un susurro.
—¿Vas a dejarme solo, sintiéndome mal? —Eric elevó ambas cejas—. ¿En serio te importa tan poco que tu novio esté enfermándose?
—Es jueves, sabes que las misiones nuevas son complicadas, y hace días que estamos organizando...
—Así que realmente no te importa —Eric se apartó, sin cambiar su expresión. Resopló y se volvió a tender, cruzado de brazos.
Alex suspiró. Se restregó la cara y negó.
—Si falto ahora que me acaban de dar el puesto- oh, vamos, Eric —se quejó, pensando en qué podía hacer, diferente a no asistir a la reunión—. Me dijiste que no estabas mal esta misma mañana.
—Sólo digo que hay que ser un idiota para no preocuparte por tu novio —Eric se encogió de hombros, fingiendo desinterés. No lo veía.
—Anda, Eric- ¿Eric?
Alex se subió a la cama para intentar llamar su atención y que se le pasase el enojo.
No interesaba si le recordaba que era importante para él o le prometía estar de vuelta en unas horas. Eric no hizo más que dirigirle una mirada desagradable e insistir con su «si te importara, te quedarías» y un «te tienes que quedar, no me puedes dejar así».
2006
—¿...cancelo la reunión de hoy?
Dane parpadeó al escucharlo. Le tomó unos segundos sentarse sin tambaleos y enfocar la mirada. La piel de la cara se le teñía de rojo por la alta temperatura de la fiebre, mezclada con el resfriado.
—¿No era para resolver las cosas esas...? —Se sujetó un lado de la cabeza, con un vago quejido. Cuando Alex intentó ayudarlo a recostarse otra vez, se negó, soltando varios «estoy bien, no pasa nada, sólo veo el cuarto muy oscuro»—. Me dijiste que tenían que revisar los documentos para la nueva misión y los ibas a organizar en grupos, y tu jefe venía...
—Sí —aceptó Alex, con un hilo de voz—, pero si te sientes mal...
Dane le restó importancia con un gesto.
—Sobreviviré...pero te haré pucheros para que cocines tú hoy —Lo señaló de la forma más acusatoria que se podía con un pañuelo, sacándole una ligera sonrisa culpable. Se talló los ojos—. ¿Podrías comprarme medicinas cuando vuelvas? ¿Sí, amor?
Alex asintió, sentándose en la orilla de la cama, pese a sus protestas sobre no querer contagiarlo por acercarse tanto.
—¿Algo más? —preguntó, en voz baja.
Dane fingió pensarlo, entrecerrando los ojos en una teatral expresión concentrada. Fue interrumpido por uno de sus estornudos y otro quejido.
—Quiero gelatina de fresa, me gusta la gelatina de fresa. ¿Puedes hacerme un poco cuando vuelvas? —indagó. Alex volvió a asentir—. Y chocolate.
—No creo que el chocolate ayude en algo —puntualizó Alex, dubitativo.
—No ayuda en nada. Pero también me gusta el chocolate —La risa de su novio fue detenida por un tercer estornudo—. Me pongo mimado enfermo, ignora eso. Las medicinas son suficiente, amor.
—Te voy a traer la gelatina —aclaró él, estirándose para darle un rápido beso en la frente.
Su novio sonrió un poco.
—Alex.
—¿Hm?
—Serías un enfermero muy sexy.
Él intentó sonreír, avergonzado.
—¿Estás delirando?
—Tal vez —reconoció Dane, tirándose sobre las almohadas con poca gracia—. Pero siempre me parecerías un enfermero sexy.
—Me voy, Dane, intenta no delirar tanto, ¿sí? Saldré rápido, lo prometo.
Su novio respondió con un sonido quejumbroso, rodando por el colchón.
—Voy a delirar un rato con Alex's, montones de Alex's...
—Mientras sigas prefiriendo al Alex original.
—Sabes que sí.
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Alex tiene que hablar
RomantizmHay días en que Alex cree que ya todo está bien: tiene un buen trabajo, tiene buenos amigos, tiene un novio al que adora. Y otros días, lo recuerda a él. Por difícil que sea, hay que hablar de las personas que nos dañaron para comenzar a sanar. ➢His...