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Una semana había transcurrido desde entonces teniéndolos a todos muy ocupados. Desde el abuelo Kim y Taehyung cuidando del esponjoso conejo cuya recuperación iba en aumento, hasta el mismo Jungkook asistiendo a uno de sus chequeos de rutina con el médico de la familia acompañado de la señora Kim. Por ambos lados todo estaba bien. El conejo ya podía correr y la herida no mostraba signos de infección. Los niveles hormonales de Jungkook ya estaban estabilizándose gracias al tratamiento que llevaba, al igual que los exámenes revelaron que su metabolismo también presentaba mejoras, dejando el diagnóstico abierto a la suposición de que seguramente para el año entrante ya estuviera todo bien con él.

Las buenas noticias se las dio el doctor a su madre por correo y llamada, y él también tuvo la oportunidad de hablar con ella por teléfono después de la consulta, en la granja Kim, sabiendo un poco más de cómo los tenían hasta el cuello en el juicio que llevaban a cabo en Ilsan.

Con su salud ya no siendo un tema de preocupación por el momento, pudieron dedicarse a seguir sus estudios, a cuidar del conejo, a registrar en su agenda los nuevos cuadrados naranjas que había aparecido hacia unas noches debajo de la franja roja en el cascarón, y haciendo un nido mucho más cómodo con ramas y hojas del bosque una vez que tuvieron que dejar en libertad al conejo sanado, no sin antes prometerle que cuidarían del huevo como si su vida se les fuera en ello.

Y tal vez fue un poco extraño que el conejo los hubiera visto detenidamente cuando lo dejaron ir, como si supiera lo que decían, como si pudiera entenderlos.

Como si no fuera sólo un conejo.

Pero se fue con toda su rareza.

¿Qué era lo raro en sí? Sólo era un conejo y un huevo con colores y figuras interesantes. Sólo eran un cachorro y un cachorro omega con problemas fisiológicos como cualquier otro. Jungkook no era el primero en atravesar por eso, ni el último. Su amigo Park Jimin ya era otro involucrado habiéndose presentado como omega en el mismo lapso de días, dejando atrás su ausencia en la banca que ocupaba al otro lado de Taehyung.

Quizá era cuestión de tiempo antes de que otro huevo también comenzase a pintarse de figuras y matices debajo de una luna llena y un conejo de colores.

¡Que fascinante!

El sólo pasar de los días lo hacía así para ambos. ¿Y qué decir de su convivencia? Estaban juntos las veinticuatro horas del día. Dormían y despertaban viéndose fijamente, hacían tarea en el mismo lugar, desayunaban compartiendo mesa, se ayudaban a secar el cabello luego de ducharse por turnos, iban juntos a la escuela. Todo eso alimentaba aún más su amistad, llegando a ser incluso muy acaramelado porque, si algo también había mejorado, era la gran atención que Taehyung le daba a Jungkook. Si antes sólo se preocupaba de que estuviera alimentándose bien y sin exigirse demasiado a sí mismo, ahora lo atendía en todo lo demás. Los mimos parecían ser ya algo indispensable siempre que pudiera.

Muchos abrazos, muchos besos en su frente, apodos dulces, y las incontables veces que Taehyung restregaba sus mejillas en los hombros y cabeza de Jungkook a lo largo del día. Se decía que era porque nunca antes había pasado tanto tiempo con otro omega que no fuera su madre, quien se veía cada vez más inquieta frente a esas situaciones en que Jungkook sólo reía y gozaba de las atenciones.

Y saber que al lobito de Jungkook le gustaba ser tratado así, animaba a Taehyung a seguir haciéndolo con mayor libertad.

¿Cómo no se había dado cuenta que el perfume a fresitas frescas de su mejor amigo era mucho más que espectacular? Se recriminaba por apenas ser consciente de él.

¡Dios! Esperaba que el conejito que saliera del huevo también oliera así de bonito. Sería un conejo especial, por lo que podría tener un aroma especial.

Fluffy like cotton / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora