El corazón me palpitaba a más no poder.
Estaba corriendo por las concurridas calles de la ciudad, el piso estaba mojado por la lluvia y mi chamarra apenas me protegía de ella.
Podía ver el edificio hacia el que corría justo adelante cuando un grito me recordó mi huida.—¡Haruka, espera! —gritó Keitaro a lo lejos, mi mejor amigo me perseguía con la policía, creo que nunca esperé eso de él.
Fuera lo que fuera, no iba a detenerme, necesitaba llegar a la cima del edificio.
Me metí en un callejón junto a este y comencé a subir por la escalera de emergencia, era el camino más rápido a la azotea, sin seguridad, sin estorbos.Mientras subía, mi mochila se atoró en la barandilla.
—Carajo... —no sabía que hacer, ¿Debía dejarla?
Terminé por quitármela y seguir subiendo, llevaba todo lo necesario conmigo.
Cuando por fin llegué a la azotea, me acerqué al borde. La ciudad siempre era bella de noche en la cima de ese edificio, los faros de los autos eran tan pequeños como las hormigas ahí arriba.
Pronto, la paz que sentía se interrumpió cuando la puerta a la azotea se abrió a mis espaldas; era Keitaro y los oficiales.—Haru... No tienes que hacer esto. —habló él, intentando serenarme, estaba consciente de mis intenciones, pero también conocía de mis razones —Ella no lo hubiera querido.
—Niño, aléjate del borde. —la voz firme de los oficiales intentó ocultar fallidamente el sonido de cómo liberaba su arma. —No pasará nada, solo aléjate de ahí.
—No... —Mi voz se quebraba mientras tomaba el arma que tenía entre el pantalón y mi cuerpo, apretada por el cinturón. Me di la vuelta y apunté a los cuatro hombres que estaban ahí. —Tengo que verla una vez más, Kei...
—Hijo, baja el arma —pidió otro de los oficiales, un detective a juzgar porque no estaba uniformado. —Tienes demasiado por delante.
Él intentó avanzar, yo levanté el cañón del arma hacia el cielo y apreté el gatillo, una ensordecedora explosión se produjo y el detective se paró en seco. Me zumbaban los oídos.
—No se acerquen —apunté de nuevo a los hombres presentes con lágrimas en el rostro, mi corazón palpitaba más y más fuerte. —Kei... La luna es bella esta noche... ¿No crees?
—Haruka, por favor, baja el arma y retirate de ahí —la preocupación de Keitaro era evidente en su rostro. Intentó avanzar hacia mí y yo disparé al cielo otra vez.
Una tercera detonación se escuchó en el lugar y de pronto sentí una punzada en mi hombro, uno de los oficiales me había disparado.
Aprovechando esto, dejé caer el arma en el tejado, y mi cuerpo se columpio de espaldas, hacia el abismo.
Apenas pude escuchar el grito desesperado de mi compañero cuando mis pies ya no sintieron un punto de apoyo y el aire me golpeaba el rostro a medida que caía.Volteé a ver la luna una última vez, pero los recuerdos se amontonaron en mi cabeza y no me permitieron disfrutar la vista.
—Se nos está acabando el tiempo, Hiroko —susurré al viento antes de cerrar los ojos y dejarme llevar por los recuerdos mientras me acercaba a la carretera.
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mini relatos
Rastgeleaquí publicare una serie de relatos cortos, usan a personajes de mis otras historias, pero lo mas probable es que realmente no se conecten con ellas o si lo hacen no sera nada trascendental, seran como oneshots o algo asi. puede que me llegue a clav...