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"Odio tus caricias, odio tu boca, no puedo soportar cada palabra que dices. Pero eres todo lo que he estado soñando".
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Era de mañana en Gaudium, el sol y la brisa fresca abrazaba al reino con devoción, como siempre el dios sol amando a sus habitantes desde el día uno. Todos estaban atravesando las calles con alegría, menos el príncipe. Debía convivir con el insoportable mago, y estaba de un humor terrible.
¿Por qué lo odiaba? Ese mago era alabado en todo Gaudium, y no hacía nada, era un mago simple y loco. No entendía porque la gente lo glorificaba a él y su familia, desde Mark, hasta el menor de los Tomlinson. La más coherente era la madre, era una hechicera, y todavía no la alcanzaba la locura.
¿Por qué están locos? Para Harry es una simple respuesta: Andan diciendo cosas sin sentido, creen en fuerzas extrañas, ven y escuchan cosas; además, hablan con los animales. Demencia en su máximo esplendor.
Harry estaba a un lado de su caballo apoyado en un árbol, mientras esperaba al mago, pero, no se esperaba para nada que apareciera colgado cual murciélago en la rama del árbol.
—¡Buenos días! —Exclamó el mago, colgado en la rama que estaba un poco arriba de la cabeza del príncipe, haciendo que sus rostros quedaran a solo centímetros.
El príncipe gritó y pegó un brincó tan exageradamente alto que hizo que el mago riera sin parar. Se soltó de la rama, y el príncipe juraba que iba a caer, pero flotó al instante, hasta tocar la tierra con sus botas.
—¡Debiste ver tu cara, princesito! —Rio— Mis disculpas, su majestad, pero ir por los árboles es más fácil que venir caminando, y la yegua se levantó malhumorada hoy.
—¡Literalmente vuelas!
Se encogió de hombros. —Es que no me daba la gana, a decir verdad.
El príncipe emitió un gruñido. —Vámonos, mientras más rápido, menos voy a tener que convivir contigo.
Louis rio, y volteo los ojos. —A sus órdenes, su majestad. —Se burló. Tomó del interior de su vieja chaqueta una flauta de pan, hizo unas cuantas notas, y rápidamente iba sentado en una nube flotando— ¡Vámonos!
Harry se subió a su caballo mientras Louis iba tocando la flauta y flotando al frente de él, cosa que intentaba ignorar. Mientras pasaban, la gente le daba reverencias al príncipe, pero al mago eran saludos, vítores y agradecimientos.
Era tan insoportable, en serio lo odiaba.
(...)
Entraron al mercado de la ciudad, siendo los tratos igual que cuando estaban de camino: al príncipe eran reverencias vacías y con compromiso, mientras que al mago todos los saludos eran llenos de felicidad y con naturalidad.
Harry iba a perder la cabeza, esperaba que los dioses lo calmaran, y si no, que le tengan piedad.
El príncipe amarró el caballo en algún árbol, y Louis hizo un sonido con su flauta y bajó de la nube. Ambos se dirigieron al mercado, el príncipe al frente, liderando y Louis atrás mirando los puestos y saludando a quien lo hacía.
—Y bien —Empezó Louis, Harry suspiró con pesadez—, ¿qué debemos comprar, príncipe?
–Ropa, mantas, tiendas de campaña, cantimploras, comida, y leña.
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Érase una vez. (l.s)
FanfictionÉrase una vez, en un reino muy lejano, llamado Messis, reinaban Danilo y Alessandra en total felicidad, por el nacimiento de su pequeña princesa. Pero, un error, hace que la pequeña reciba una maldición que le ocurrirá al cumplir los diecisiete. Cae...