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"¿Así que quieres jugar con magia? Chico, deberías saber con quién te estás metiendo. Cariño, ¿te atreverías a hacer esto? Porque voy por ti como un caballo negro. ¿Estás listo para una tormenta perfecta? Porque una vez que seas mío, no habrá vuelta atrás".
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Los rayos del sol apenas se asomaban aquella mañana, ya que era bastante temprano y apenas el día estaba despertando. Pero, el castillo estaba en total movimiento, el príncipe y el mago partían hoy y debían procurar que viajaran con todo lo necesario.
Louis tenía pensado viajar con su yegua Jessy, pero esta no resistiría los caminos así que le proporcionaron un caballo. Louis se encariñó con este cuando lo olfateo para conocerlo y supo que sería su nuevo mejor amigo.
A Harry no le pudo dar más igual, saliendo, refunfuñando cosas que el mago decidía ignorar, y que siempre lo recompensaba con la misma canción en su flauta. Harry creía que era una manera bastante infantil solo para no discutir con él.
Cuando llegó la hora de partir, el rey los bendijo a más no poder. Poniendo toda su confianza en la salud de su hijo a Louis, quien juró resguardar al príncipe de cualquier peligro. Harry seguía pensando que era todo innecesario, pero no tenía ni voz ni voto en esa decisión.
Mark llegó con toda la familia, y obviamente su amada yegua. Su madre, Jay, lo envolvió en pócimas para cualquier cosa, que el gustoso las guardó. Su hermana Charlotte quería una rama del primer árbol de la entrada de Messis, las gemelas solo se despidieron de él y los más pequeños lloraron porque no querían que se fuera. Hasta la yegua Jessy gimió doliente de la próxima falta del ojiazul.
La madre de Harry se negaba a soltar a su hijo del cálido abrazo que compartían. —Mi pequeño, estás creciendo tanto. —Decía la reina al borde de las lágrimas—. Sé que a veces podemos ser un poco duros contigo, pero es porque queremos que seas lo mejor para el reino, y también que seas la mejor persona. —Se separó para tomar el rostro de su hijo con ambas manos y acariciarlo—. No importa el destino que tome este viaje, sigue tu corazón, nada me haría más orgullosa que lo hicieras.
Harry sintió como su madre le dio un beso en la frente y sus ojos se aguaron un poco, porque su madre siempre era la que lo trataba de forma más compasiva y suave. —Cuídate mucho, te extrañaré un montón mamá.
La reina se separó con pesar, y Harry se dirigió a su padre, quien le dio un estrecho abrazo que duró menos que el de su madre. —Hazme sentir orgulloso hijo. —Pidió separándose, dándole palmaditas en la espalda.
Después de que Harry le dijera a su padre que lo extrañaría, siendo correspondido solo por una mueca que parecía una sonrisa, se montó a su caballo. El príncipe llevaba puesto una camisa estilo casaca azul oscuro, y por encima un camisón azul un poco más claro, con el dobladillo de las mangas, y parte del cuello café. Pantalones negros y botas marrones que le llegaban por las rodillas.
Su caballo estaba listo y descansado para comenzar el viaje, al igual que el de Louis, que era un caballo negro, bastante elegante y místico, pero muy amistoso. Louis decidió nombrarlo Ori, porque el negro de su pelaje le recordaba a como era todo desde el principio, el origen: oscuridad.
A Harry le pareció algo bastante ingenioso, pero muy sacado de la nada. Veía que Louis era eso, una caja de sorpresas, una demasiado fastidiosa.
Después de que el mago se despidiera de su familia, y que Harry estuviera muy impaciente de que Louis no estuviera ya a su lado en el caballo, él se subió a Ori con total facilidad, viendo la mueca de su yegua. —No estés celosa Jessy, cuando vuelva pasearemos todo lo que quieras. —El animal refunfuñó notándose alegre.
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Érase una vez. (l.s)
FanfictionÉrase una vez, en un reino muy lejano, llamado Messis, reinaban Danilo y Alessandra en total felicidad, por el nacimiento de su pequeña princesa. Pero, un error, hace que la pequeña reciba una maldición que le ocurrirá al cumplir los diecisiete. Cae...