CAPÍTULO 4: DESIERTO

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"Jugaré a ser Dios hoy, sube la apuesta y el juego de Dios como si fuera póker, camina lejos con todo el cambio de repuesto que hizo nuestro pequeño Dios. Jugar con este Dios no puede ser bueno para la seguridad de Ana, Ana escúchame".

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Cuando ambos salieron de aquel bosque, venían con una actitud renovada, y entraron al desierto con la mayor determinación posible. Y sus caballos igual, se veían saludables y felices, no había nada que podía terminar la buena actitud. Excepto que ya están bastante tiempo en el desierto.

Después de una hora de vagar por el desierto, sin decir nada, no porque estuvieran enojados -esta vez-, sino porque creían que las palabras no eran necesarias. Empezaron a sentir la pesadez del desierto: deshidratación y pronto las alucinaciones a causa del calor.

—Louis —Habló Harry, jadeante y débil. Su caballo cabalgaba más lento debido que también le estaba empezando a afectar— ¿Puedes hacer algo? Aparecer un oasis o ayudarme, no sé... por favor.

Que Harry estuviera pidiéndole ayuda a Louis, después de maldecirlo a más no poder, era el verdadero indicador que estaba a punto de desmayarse o alucinar sobre oasis imaginarios.

Louis observó el panorama, Harry apenas pudiendo sostener su peso, completamente sudado y con la mirada empezando a perderse, y Kira haciendo el esfuerzo de soportar el peso de Harry más las demás cosas. Él y su caballo estaban perfectos, gracias a la magia, así que supo que todo tendría que recaer en Ori y él.

Se bajó del caballo y corrió hasta Harry. —Bájate, yo te ayudo. —Extendió su mano, pero Harry en lugar de tomarla se tiró de golpe, haciendo que Louis casi caiga, pero lo pudo manejar. El príncipe rodeaba los hombros del mago, mientras este lo sostenía por la cintura, estaba casi recostado en Louis y solo se sostenía a sí mismo por las puntas de sus pies—. O tírate.

Harry -que tenía su cara en el pecho de Louis- hizo una mueca al notar la temperatura corporal del mago. —¿Por qué estás fresco? Te envidió. —Empeoró su mueca y apareció un puchero con eso, siendo el indicador que en cualquier momento se pondría a llorar.

El estado de Harry empezaba a ser crítico, su piel estaba fría, pero extremadamente sudada, su mirada no enfocaba a nada en específico, y estaba débil, sin ser capaz de mantenerse en pie. Cuando vio que empezó a hiperventilar y que sus ojos se empañaran, dirigió sus labios a su cabeza y susurró algo en un idioma desconocido, y sopló por encima.

Poco a poco empezó a recomponerse, volvió su temperatura normal, y su respiración estaba volviéndose más tranquila poco a poco. Pasó unos minutos, y Harry ya estaba sintiéndose cada vez mejor.

Ambos seguían en la misma posición, y mientras más pasaba el tiempo de curación de Harry, más fuerte se volvía el agarre que mantenía en sus hombros. Louis no se quejaba, pero necesitaba ayudar al pobre caballo. —¿Puedes mantenerte en pie? —Harry asintió— Bien, necesito ayudar a tu caballo. —Dijo, y casi se queda sin aliento al verlo dudar sobre soltarlo.

Pero lo hizo, y Louis no quiso comentar nada al respecto.

Ayudó al caballo con algo similar de lo que hizo con Harry, nada más que las palabras eran distintas, empezó a alivianar la carga, bajando sus pertenencias a la arena. Harry lo miraba sin decir absolutamente nada, casi sin moverse de su lugar.

Érase una vez. (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora