Two Crazy Lovers

Oficial caído.

*Con este capítulo no pretendo ofender ni a dios, ni a la religión y mucho menos sus creencias.

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Junio.

De un momento a otro lado cosas habían cambiado.

El ambiente se había vuelto gris; ¿Cómo llegamos a esto?, Era la pregunta más común que pasaba por su mente.

Ese día Shu no se pudo controlar sentenciando los a la persecución. Ahora, tenían que huir en busca de un refugio seguro.

¿Por qué no nos comprenden?

Las noticias estaban inundadas de información sobre ellos, la sociedad no tardó en tacharlos enfermos mentales, monstruos, locos y demás cosas.

Sin embargo, nadie más que ellos sabían el porqué de su proceder.

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Mayo.

El albino se encontraba dándose un baño después de una interesada sesión de sexo con su pareja. Valt estaba en la habitación descansando.

Solo traía una bata de baño blanca, estaba acostado con los ojos cerrados pues, estaba realmente cansado. Tenía una sonrisa en su rostro ya que el albino si que sabía cómo satisfacerlo.

Escucho la puerta abrirse y cerrarse. No abrió los ojos ya que Shu era el único presente. Sintió la cama hundirse a sus costados y una presencia sobre él.

¿De verdad quería otra ronda?. Sus labios se curvaron en una sonrisa con picardía.

—¿Quieres hacerlo otra vez?

Su voz se escuchó seductora. Sintió como unas manos pasaban por sus bien formadas piernas pero, algo estaba mal. Esas manos eran ásperas y más grandes, algo definitivamente no iba bien.

Abrió los ojos asustado. Su padre estaba sobre él completamente drogado y el olor a alcohol era fuerte. Su nariz aún conservaba algo de polvo blanco en la punta. Trato de empujarlo pero fue inútil.

—¿Qué crees que haces imbécil? —escupe con odio las palabras mientras sigue en una lucha por salir de su agarre.

—Últimamente te has vuelto más apetecible.

Unas náuseas internas amenazaban con dejar salir lo poco que había comido. Su mirada era filosa como una espada.

—Suéltame hijo de perra.

—Creo que no se podrá... querido hijo.

Kento no perdió el tiempo en palabrería. Con deseos asquerosos comenzó a besar el cuello de Valt quien, con desesperación gritó fuerte el nombre de su amante.

Shu se puso el pantalón y aún sin abrocharlo salió viendo a aquel tipo tocando al mayor.

Sus ojos parecían reflejar el mismísimo infierno, apretó los puños y dando zancadas se apresuró a una lámpara. La cogió y le golpeó la cabeza.

—¡Hijo de puta!, Te mostraré que con lo mío nadie se mete.

Kento cayó al suelo desconcertado; ¿Desde cuándo estaba ahí?, ¿Quién era él?.