Capítulo 12

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- Ritsu, tienes que salir de la cama. La nena te necesita- le dijo Takano asomándose a la puerta del dormitorio con la pequeña en brazos.

- No me imaginaba que iba a ser así- murmuró el editor y su novio le miró preocupado.

- Todo va a ir bien, Ritsu. El abogado dice que mientras sea lactante...

- No quiero compartirla, Masamune- dijo Ritsu-. Hubiera sido todo tan fácil si...

- Yo soy su padre, Ritsu.

- Ya, ya lo sé, pero Ren es el biológico y que quiera la custodia compartida... ¡Tiene solo un mes!- exclamó Ritsu-. ¿Cómo vamos a compartir la custodia siendo tan pequeña?

- No solucionas nada quedándote en la cama- le dijo Takano-. Entiendo que estés triste y asustado, yo también lo estoy, pero tienes que hacer vida, estar con nuestra niña...

- Es que la miro y sé que nos la van a quitar...

- Eso no es cierto. Vamos a luchar por ella.

- Y lo peor es que Ren tiene todo el derecho a reclamar la custodia pero es tan pequeñita...

- Anda, vístete y vamos a dar un paseo con Yukiko- dijo Takano y Ritsu negó abrazándose a la almohada. El editor jefe suspiró cansado-. Muy bien, como quieras. Volveremos en un rato.

Takano puso a su hija en el cochecito y salieron a dar un paseo aprovechando que hacía buen día. Caminó por un parque hasta llegar a una residencia de ancianos. Llamó al timbre y esperó a que le abrieran.

- Buenos días. Su abuela acaba de desayunar- dijo la mujer de recepción-. Vaya al jardín y en unos minutos la llevarán.

- Gracias- dijo Takano y se sentó en un banco a esperar. Observó a la pequeña durmiendo en el cochecito y sonrió. Le dolía que no fuera su hija biológica pero había decidido no pensar en ello, él la quería como si lo fuera y eso era la importante. Se oyó un sonido estridente y Yukiko despertó rompiendo a llorar. Takano se inclinó y la cogió en brazos mientras miraba con reproche a una mujer mayor que se acercaba a él caminando lentamente con un andador-. Abuela, no hace falta que compruebes cada vez si es sorda. 

- Nunca se sabe, se puede haber quedado sorda desde la última visita- respondió la mujer y se sentó con cuidado en el banco-. Es muy bonita.

- Sí, sí que lo es.

- Se parece mucho a ti- dijo la mujer sonriendo y Takano suspiró, no le había contado a su abuela que la niña no era su hija biológica-. Tiene tu misma carita, Ma-chan. 

- Ya...- murmuró mientras la calmaba.

- Anda, acércala a mí, quiero ver bien a mi bisnieta- sonrió la mujer y Takano la colocó en sus manos con cuidado y sin alejarse de ellas-. Yukiko, vas a ser una chica muy muy guapa... Ma-chan, ¿qué tal está tu novia? A ver cuando me la presentas.

- Sigue cansada, abuela.

- Normal, yo parí una vez y dije nunca más- dijo la mujer-. Ma-chan, déjala en el cochecito que me pesa.

- Claro, abuela- dijo Takano y cogió con cuidado a su hija.

- Si yo tuviera fuerzas, iría a echaros una mano con Yukiko.

- Ya lo sé, abuela.

- Pero yo estoy para que me cuiden, no para cuidar- suspiró la anciana. 

- Tú no te preocupes, abuela, ya sabes que yo te la traigo siempre que puedo para que la veas.

- Me da mucha alegría. Bueno, a todos nos da alegría cuando vienen niños- sonrió la mujer-. Ayer vinieron los nietos de mi amiga y nos lo pasamos muy bien jugando a las cartas. Tienes que darme más bisnietos, Ma-chan.

Almendro en florDonde viven las historias. Descúbrelo ahora