⭢ 𝖲𝖾𝗂𝗌

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Bonnibel Bubblegum:
Hoy es un lindo día, él sol brillaba y él viento soplaba un poco de aire helado. Hoy es mí día libre y cómo tal, decidí pasar todo el día con Marceline. Ella llegó temprano en la mañana para desayunar juntas, por decisión de la reina vampiro fuimos a explorar por ahí, logramos entrar a una vieja mina abandonada y estuvimos un rato en ella.

¡Marceline! -Le grité un poco irritada, había un puente roto y ella cruzó volando sin problema pero yo no podía cruzarlo. Y ella comenzó a reír por él simple hecho de qué no podía pasar, así qué molesta me di la vuelta y caminé varios metros lejos de ella y del puente. ¡Vamos Bon, no te enojes! ¡Regresa, te ayudaré a cruzar él puente! -Escuché qué gritó pero ella no se había movido de lugar. Me volteé y corrí lo más rápido qué pude, salté y apenas logré llegar al otro lado. Marceline me observó sorprendida y sonreí porqué le demostré qué si pude saltar sin su ayuda, me sentí orgullosa de mi misma. ¡¿Estás loca?! ¡Eso fue muy peligroso! -Dijo preocupada. Quería demostrarte que podía cruzar sin tú ayuda -Me encogí de hombros. Se quedó analizando lo qué le dije y finalmente sonrió. Creó qué eso es lo qué más me gusta de ti...qué no quieras depender dé nadie. Me gusta qué seas una persona tan independiente -Ella susurró acomodando delicadamente un mechón de cabello detrás de mí oreja. Aquello hizo latir mi corazón, sentí mi estómago cosquillear. Estábamos peligrosamente cercas y sólo un movimiento conectaríamos nuestros labios.

¡Quiero besarla!

Pero escuchamos un ruido de un trueno. Está lloviendo -Dijo ella, dándose la vuelta y sé dentro más en la mina, rápidamente la seguí, no había muchas cosas en aquella mina pero encontramos una pared y Marceline por alguna razón insistía mucho en qué rayará algo. ¡No seas gallina, Bonnibel! -Insistió cruzándose de brazos. ¡No soy gallina! -Le dije, tomando una pintura de color blanco, y terminé escribiendo: Marceline me hizo escribir esto -Bonnibel Bubblegum.

Marceline miraba atentamente lo qué escribí, la vi fruncir él ceño. Creó qué he visto tú letra en otro lugar -Dijo. Por un momento sentí qué me descubriría, qué yo era la anónima qué escribía cartas qué dejaba en su camerino y qué "misteriosamente" dejó de escribirles cartas. No dije nada y ella simplemente se encogió de hombros, caminamos de vuelta para salir de la mina abandonada, ella me llevó de vuelta al castillo y ahí nos despedimos, quedamos en vernos otro día para ir al cine.

𝖢𝖺𝗇𝖼𝗂𝗈𝗇𝖾𝗌 𝗉𝖺𝗋𝖺 𝖡𝗈𝗇𝗇𝗂𝖻𝖾𝗅 [𝖡𝗎𝖻𝖻𝗅𝗂𝗇𝖾]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora