03; «Un psicópata enamorado»

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RoseKook

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¿Por qué evitas mirarla? ¿Acaso sabes que no podrás resistir tus instintos? ¿O sabes que puedes caer aún más por ella?

¿Acaso tu corazón se apiadó de ella?

Tenerla encerrada en esa habitación te lastima, la sabes, lo sientes. ¿Quieres hacerla tuya?

Esas eran las mismas preguntas que se hacía Jungkook cada que pasaba por aquella habitación, cada que veía a la pálida chica amarrada a la silla, esa víctima, que al principio era un trabajo sucio que tenia que hacer para un amigo, ahora era parte fundamental de su ser. El solo verla, le recordaba que aún tenía un poco de humanidad, de sentimientos.
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Era casi la media noche cuando Jungkook sintió como alguien entraba a su habitación, pero sin tomarle mucha importancia continuó su  descanso, no era la primera vez que sentía presencias y a estas alturas ya no sabía si eran reales, o eran sólo parte de su imaginación.

El calor empezó a molestarlo, así que se quitó la camisa de encima, dispuesto a dormir de nuevo, sin darse cuenta que una persona estaba entre la oscuridad de su  habitación. Pasaron unos minutos, hasta que esa persona oculta, tuvo la valentía para llegar a tocar un poco de la anatomía del ya dormido, pasó su mano, delicada y delgada, por el pecho desnudo de este, así poco a poco bajo más.

Un silencioso gemido se escuchó como respuesta de los labios de Jungkook, el cual estaba empezando a dudar si realmente era un sueño lo que estaba pasando, pero la sensación y el olor de aquel ser se le hacía profundamente conocido. En el fondo, temía abrir los ojos y que fuera una alucinación más.

Otra vez pudo sentir como alguien bajaba hasta su entrepierna y tocaba su miembro con delicadeza.

Es demasiado bueno para ser un sueño...

De un momento a otro el tocar desapareció, y el ruido de la puerta de la habitación resonó, lo que hizo que se levantara de golpe, estaba totalmente solo, totalmente erecto.

Enojado, salió de la habitación, iba a averiguar si su suposición era acertada.

Bajó las escaleras con rapidez, distinguió una silueta entrando al sótano, corrió más rápido. Al entrar lo único que vio fue su hermoso cuerpecito amarrado a la silla, se veía tan linda, tan inocente e incapaz de provocarlo, de seguro estaba en su quinto sueño.

Trató de resistirlo, lo intentó con su alma. Apartar la mirada de ella no fue tan fácil, nunca lo era, cada que la miraba no podía evitar examinar hasta el último detalle de su rostro enfermizo, queriendo llegar hasta su alma, saber que pasaba por su cabeza. Ella casi nunca hablaba. Jamás se opuso al encierro, pero jamás le dejó en claro que quería estar ahí.

Su mirada bajó hasta el lunar que estaba cerca de ss pechos, de sus apetitosos pechos.

Quería marcarla, cuán lobo. Marcarla y reclamarla oficialmente como suya.

Hazlo...no lo recordará.

-Ay, ¡Cállate! -se golpeó levemente la cabeza tratando de disipar los pensamientos nada puros que se empezaban a crear en su retorcida mente. Rosé era demasiado inocente, ella no era para él, pero no quería dejarla libre. Sabía que no era justo para ella, pero él necesitaba tiempo para digerir el hecho de que algún día la soltaría.

Por fin apartó la mirada y regresó a su habitación, siguiendo los mismos pasos por los que había llegado. Ya ni siquiera se cuestionaba que, o quien era la presencia que llegaba casi todas las noches a su habitación. No estaba bien, pero no había nada que pudiera hacer. En cierto modo, le gustaba sentirse acompañado por aquello que desconocía.
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«One Shots» | BANGPINK |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora