VIII. Hurdle

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¿Todas esas luces eran necesarias? Uhm, era cierto que todo se veía muy loco y genial, pero se conocía, y sabía que con lo borrachos que terminarían en un par de horas eso los haría tropezar y si tiraban algo de líquido sobre los sillones podían darse por muertos.

Childe estaba colgando la última caja de luces de colores que Lumine le obligó a poner por todo el techo, el pobre ya estaba todo contracturado del cuello pero no le ayudaría, nono, él ya había hecho suficiente yendo a comprar a esa tiendita dos cuadras a lo lejos de su casa con esa señora que no quería a ninguno de los tres por escandalosos y libertinos. Libertinos sus amigos, que no eran muy discretos cuando tenían sus encuentros cochinos y se escuchaba siempre todo alrededor de su casa, que era una casa grande, pero bueno, quién era él para juzgar, ya le hacía falta algo de eso también, quizá podría salir a buscar algo después.

Los rostros de sus amigos cambiaban de morado, a rojo, a verde, amarillo, rosa y azul, la música instrumental se mantenía en un volúmen bajo desentonando con el ambiente. Estaban celebrando el aumento de Childe, algo muy épico porque no hace mucho golpeó a uno de los empleados y estuvieron a punto de correrlo, ahora tenía un aumento y más privilegios. Venti no estaba del todo orgulloso del accidente, pero feliz por el aumento sí, porque se lo merecía con todo ese arduo trabajo que hacía, atendiendo llamadas de emergencia los fines de semana y ayudando en todo lo que le fuera posible.

— Cuchurrumino, invité a Zhongli ahora que hicimos nuestro tratado de paz, por si ibas a cambiarte — le comentó desde su altura en las pequeñas escalerillas el novio de su amiga. Se dió un golpe en la frente y le sacó el dedo medio ahora abochornado. Su pijama de pororo no era la cosa más sexy del mundo, pero supuso que no importaba tanto porque no era una cita, era solo una noche para beber entre amigos con pijamas ridículas.

— ¿Y por qué me dices hasta ahorita? Cabeza de camarón — refunfuñó dando una patada a la escalera cruzado de brazos viendo como el alto con su pijama de Iron man fingía caer como dicho personaje con una rodilla en el suelo porque su altura de caída apenas pasaba del metro.

— Tú, joven borracho, prometiste no decirme así nunca más — Venti se rió por su tono mal hecho de Darth Vader, el brazo derecho del de ojos azules se enroscó en su cuello abrazándolo con fuerza para morder su cabeza y no dejarlo huir mientras forcejeaban divertidos — Eres un mentiroso, mentiroso rompe promesas de besties, cuando tenga un hijo no te voy a dejar llamarlo Snezhnaya del norte , y cuando tengas otro novio le voy a decir que la cola te apesta a caca.

Venti dividió sus gritos entre risas y llamadas de auxilio a Lumine mientras trataba de ingeniarse algo para zafarse de esa llave.

— Tu hijo se va a llamar Silvano para que le digan sopla culo — se burló Venti carcajeándose con lágrimas en los ojos ya más abrazado con tranquilidad al alto que solo estiraba ahora de sus mejillas divertido también.

Lumine salió de la cocina con una caja llena de cervezas y vino que acomodó sobre una silla cercana y los miró quedándose quieta, y si no fuera porque sus manos estaban semi ocupadas, apostaría a que estaría ya tapándose los ojos.

— Ya nada me sorprende con ustedes, en serio — la rubia sonrió acomodando todo sobre la mesa junto al mucho alcohol que sus dos chicos habían traído.

— Él empezó, te lo juro — La chica volteó a verlos señalarse entre sí y se acercó a darle un ligero coscorrón a cada uno.

— Mano de chango.

— Pensé que me amabas.

— Va a venir visita, comportense un día como los adultos que somos, por favor —

What if i said - ZhongVenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora