10. Jacks

38 7 64
                                    

Lo vio a lo lejos y supo que era la persona que yo le había descrito. Después de todo el día de seguir buscando y preguntando a todo el que se encontraba en el camino, lo consiguió. Sonrió con verdadera emoción, sintiendo que había logrado dar un paso más en su objetivo; y también con verdadero alivio, al ver que yo no era una estafadora y que le había dicho la verdad. Su aura me decía que tenía aún alguna duda, pero yo esas cosas no me las tomo a mal, sé que soy difícil de comprender.

Lo observó durante unos instantes, intentando ordenar en su cabeza las palabras adecuadas para que no la tomara por alguien que hubiera escapado de un psiquiátrico, y tratando de pensar en la mejor forma de abordarlo.

Pero aquí tú y yo sabemos que Victoria no siempre tomaba las decisiones más pensadas y elaboradas, así que no demoró demasiado en ir hacia donde él estaba cortando sobre un tocón, y se plantó delante.

—Hola, me han dicho que aquí puedo encontrar a...¿Jack?

Puedo saber muchas cosas, pero algo para lo que aún hoy no tengo respuesta, es para explicar el por qué, después de todas las señales recibidas sobre lo mismo, dudó a la hora de pronunciar su nombre y lo dijo tan bajo que apenas se le escuchó. Él la miró sorprendido.

—Jackson, sí —contestó en voz ronca y baja, aclarándose la garganta después.

—¿Qué? —En ese momento fue ella la que no lo escuchó.

—Que es Jackson. Jackson Jacks —aclaró.

—¿Jacksonyac? —preguntó de nuevo, creyendo que no se había enterado debido a todo lo que había pasado y la tensión acumulada.

—Jackson... Jacks —repitió con más lentitud, dudando de la capacidad mental de la persona que tenía frente a sí.

—Jacks —reiteró entonces ella.

—Ese es mi apellido.

A este punto, tengo que reconocer que la conversación se estaba tornando bastante estúpida, y estaba clarísimo que no iba a entrar en los libros como la mejor presentación de la Historia ni mucho menos.

—¡¿Qué?!

Creo que el histerismo y confusión de Victoria nos representa a todos. Reconoce que tú también estás pensando «¡¿qué?!» en este punto de mi relato.

—Que Jacks es mi apellido —explicó tras un suspiro de paciencia—. Mi nombre es Jackson, pero me puedes llamar Jack.

—Entonces lo que he dicho, ¿no? Jacks —Normal que tuviera un lío la pobre.

—Jack, solo Jack.

—Te juro que no noto la diferencia —reconoció confusa, muy confusa.

—Disculpa... ¿quién eres tú y por qué buscas a Jacks... digo... a Jack... a mí, hostia?

Os juro que si tuviera una bola de cristal en la que hubiera podido ver todo esto en directo, en vez de saberlo luego a posteriori gracias a mis sueños e intuición, me hubiera hecho un paquete de palomitas para disfrutar de todo aquel absurdo. Sobre todo de la cara que puso Jack tras oír, después de que Victoria obviara toda la información acerca del repetitivo nombre, el motivo por el que aquella extraña mujer había ido a buscarlo.

—Necesito que me devuelvas a mi marido.

Parpadeó raro, mientras giraba su cabeza hacia un lado, como hacen los perros cuando prestan atención a lo que les decimos. Igualito, igualito.

—Creo que no te he entendido.

No lo creía, Jack tenía clarísimo que no la había entendido en absoluto, eso era justo lo que decía su cara de perplejidad, pero el pobre quería ser gentil, y comentarle que parecía una loca no parecía ser el camino adecuado.

No es otra tonta comedia rural... o sí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora