El verano no podía terminar de peor manera para SeokJin, tomando por accidente el celular equivocado.
La situación empeora cuando descubre que el celular pertenece a YoonGi, un egocéntrico y repulsivo chico que se llevó también su celular.
A regañad...
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SeokJin se enjugó una perla de sudor de la frente y dio otro buen trago de agua.
Caminar por el parque estatal era mucho más fácil de noche, cuando el sol no golpeaba de lleno. Volvió la cabeza cuando YoonGi soltó su teléfono sobre la mesa de pícnic. Bajando la botella de agua, le preguntó:
—¿Estás bien? —No había dejado de escribir mensajes desde que habían bajado de la montaña después de encontrar un alijo cerca de uno de los lagos.
— Es mi padre otra vez. Se transforma en un loco cuando llega la temporada de basquetbol. Detesto cuando se pone así. —un suspiro de desesperación se presentó. SeokJin intuyó a que discutían demasiado, pues YoonGi no hablaba mucho de la relación con su padre—. No le interesa lo que haga fuera de temporada, pero cuando se acerca, empieza a dictarme cada movimiento.
—¿Por qué le importa tanto el campeonato?
—No lo sé. Creo que es un rollo de estatus. Como mi padre creció en una granja, no tenía mucho dinero, pero jugaba basquetbol y eso le abrió muchas puertas. Pudo conseguir una beca para la universidad. Supongo que da por sentado que es mi única forma de poder triunfar en la vida, lo cual es insultante. No soy un deportista corto de luces. Saco buenas notas—las últimas palabras acabaron en un susurro—. Creo que puedo ser más de lo que él cree.
Kim se preguntó si a YoonGi le gustaba siquiera el basquetbol, o si jugaba solo por deseo de su padre.
— ¿Jugarás en la universidad?
— Si no lo hago, a mi padre le da un ataque al corazón. No me malinterpretes, me encanta jugar. Solo desearía que me dejara hacerlo sin criticarme constantemente.
— Sabes que eres más de lo que los otros desean, ¿cierto? —no era como tal un comentario motivacional, pero SeokJin deseaba darle un poco de tranquilidad ante la tempestad que vivía a causa de la presión de su padre. Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de YoonGi. No hubo más comentarios al respecto, así que Kim decidió cambiar el tema—. ¿Qué tan fanáticos son en tu familia?
— Demasiado. Todos lo son: mis tíos, mis tías, mis primos. Una de mis primas, Jihyo, jugaba en el instituto. Ganó un reconocimiento y pudo jugar en un campeonato fuera de aquí.
— Eso es increíble —E impresionante —. Ojalá yo pudiera hacer algo así.
— Puedes. Aunque es posible que no en deporte. He visto cómo corres — bromeó.
—No hablo ni de deporte. No me veo capaz de apasionarme tanto por algo y llegar a obtener éxito con ello.
—¿Quién ha dicho que debes de tener éxito? Lo único que cuenta es que sea importante para ti, que lo disfrutes y no te esfuerces por ganar reconocimiento, si no por disfrutar el proceso de lo que estás amando. O al menos eso es lo que mi abuelo me decía. —El estómago de Min dejó escapar un gruñido—. Tengo hambre. ¿Tienes tiempo de cenar algo antes de que te lleve a casa?
