Sentía que temblaba. El día esperado había llegado.
Mientras manejaba, era inevitable que el volante resbalara de sus manos; estaba sudando y no de una manera agradable.
Sacó un pañuelo para secar sus brazos y manos.
"Cálmate, SeokJin. No es la gran cosa, puedes dejar el teléfono en la barra y decirle al mesero que se lo entregue. El único inconveniente es que sería ridículo, así que atrévete a dárselo" se dijo.
Con los nervios al tope y sus piernas tambaleándose, pudo entrar éxitosamente a la cafetería. Visualizó una mesa cerca de la ventana y con una señal llamó al mesero.
— Buenas tardes, ¿Podría darme un capuchino con caramelo y chocolate, por favor? —era lo que más le gustaba de ese lugar, además del pastel de chocolate. Dios, como amaba el pastel de chocolate.
— Por supuesto, ¿nada más?
— Sí, gracias —prosiguió a darle su tarjeta de crédito con un movimiento torpe.
— ¿Jin, eh? —dijo viendo las letras blancas que destacaban en la tarjeta—. No es necesario, la casa invita.
El chico le ofreció una sonrisa mientras le regresaba su tarjeta.
— Gracias —¿a caso era día de promociones? Sin duda alguna, no estaba acostumbrado a este tipo de situaciones. Cuando salía con JiMin, su amigo se aferraba a coquetearle a los meseros hasta que pidiera lograr que le invitaran algo o que le dieran su número.
De hecho, en esas circunstancias no tenía vela en el entierro.
— No es nada, te hablarán por tu nombre. Ten un buen día, lindo —vio como el chico se alejaba hasta llegar a la mesa seis y limpiar los residuos que habían en ella.
Algo pasmado murmuró otro leve gracias y sacó su teléfono. Ningún mensaje, sin rastro de YoonGi.
No quería parecer un tonto quedándose viendo la puerta hasta que YoonGi decidiera llegar.
Suspiró.
Tenía un juego de carreras que por una desconocida razón, no había estrenado.
Abrió la aplicación y se resignó a jugar mientras esperaba a YoonGi y a su café.
Así pasaron diez minutos hasta que quedó impresionado. El juego era estupendamente bueno, ¿Por qué rayos no lo había jugado antes? Sin duda se lo recomendaría a SeHun.
En ese momento recibió un mensaje.
Gi: Estoy aquí.
La campana del lugar sonó anunciando que la puerta se abría.
Un chico de cabello rubio, tez pálida y ojos gatunos de color café entraba al local.
SeokJin no podía despegar sus ojos de él, era sumamente atractivo. Y más que eso, era como un imán. Sus ojos eran un metal y YoonGi el imán que lo atraía. Ese chico tenía algo, tal vez una chispa o toque que era inevitable poder apartar la vista. Era tierno, demasiado tierno a lo que él estimaba. La ropa una talla más grande que la suya, lo hacía ver pequeño al punto de querer abrazarlo y protegerlo.
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⇢ ๑ exchange of a cell phone or hearts? ; yoon ∙ jin.
SonstigesEl verano no podía terminar de peor manera para SeokJin, tomando por accidente el celular equivocado. La situación empeora cuando descubre que el celular pertenece a YoonGi, un egocéntrico y repulsivo chico que se llevó también su celular. A regañad...