Capítulo 5 "Hablar con el perro".

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Esa noche, SeokJin estaba profundamente dormido cuando un timbre conocido sonó en su oído

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Esa noche, SeokJin estaba profundamente dormido cuando un timbre conocido sonó en su oído. Con los ojos aún cerrados, metió la mano debajo de la almohada y sacó el teléfono.

— ¿Sí?

— Tu hermano es un pesado —murmuró YoonGi, con una voz ronca de sueño

— ¿Lo afirmas o me lo preguntas?

— Quiere que pases por él a casa de un tal chico. Jongin no sé qué.

— ¿Está en otra fiesta?

— Dice que se escapó con uno de sus amigos.

¿En qué estaba pensando SeHun? Lo habían, claramente, castigado. En cuanto sus padres lo descubrieran, le iba a caer el demonio encima. Lo amenazarían con sacarlo del equipo de basquetbol.

Jin se desenredó de las sábanas, fue al armario y sacó lo primero que encontró: una sudadera azul de su escuela, Sungkyunkwan. Desentonaba con su pijama de cuadrados, pero estaba bastante cansado para preocuparse por eso. Fue a ponerse las pantuflas pero no estaban; Jjanggu debía de haberlas enterrado en el jardín otra vez. Sólo pudo encontrar unos tenis blancos que su padre le había regalado en navidad. Se los calzó, se deslizó cuidadosamente por delante del dormitorio de sus padres y bajó las escaleras.

— ¿Sigues ahí? —le susurró—. ¿Qué hora es?

— Las dos y media. ¿Por qué te llama a estas horas?

— Está borracho.

— ¿Y?

— No puede manejar, y regresar a casa.

— A ver si entiendo. ¿Te llama y tú lo dejas todo para ir a ayudarlo?

SeokJin frunció el ceño ante el tono de YoonGi.

— Soy su hermano, ¿tú no harías lo mismo?

— Se metió él solo en el lío. Por ende, yo creo que podrá salir solo de este.

Jin tomó las llaves del coche de la mesa de la cocina y fue de puntitas hasta la puerta de entrada.

— Eres hijo único, ¿verdad? Se te nota.

— Eso es lo de menos, deberías dejar de hacerle de chófer personal y demostrarle un amor más firme.

— No voy...—Jjanggu corrió tras él, creyendo que salían de paseo. El perro gimió cuando Jin abrió la puerta, colándose entre sus piernas. Mientras lo acallaba, el pelinegro miró la escalera para ver si sus padres se habían despertado. Como el dormitorio seguía a oscuras, espantó a Jjanggu con la mano.

— Ve a mi cuarto —le ordenó con voz baja.

— Pensé que nunca lo pedirías— respondió YoonGi, divertido—. Sabía que tanta resistencia sólo podía ser una fachada. Nadie puede resistirse a mis encantos.

⇢ ๑ exchange of a cell phone or hearts? ; yoon ∙ jin. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora