El verano no podía terminar de peor manera para SeokJin, tomando por accidente el celular equivocado.
La situación empeora cuando descubre que el celular pertenece a YoonGi, un egocéntrico y repulsivo chico que se llevó también su celular.
A regañad...
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SeokJin suspiró mientras entraba al estacionamiento del instituto. Primer día del último año y último primer día en Sungkyunkwan. Quería saborear la experiencia, pero tenía la mente en otra parte.
SeHun lo miró de reojo.
— ¿Nervioso?
— No dormí mucho—había estado pensando en lo de YoonGi. Y puede que también hubiera revisado las conversaciones que tenía con él.
— Eso es lo que pasa cuando dejas las cosas para el último momento. Pero la tarea de estadística sí la terminaste, ¿no?
Jin asintió. Era mejor que pensara que la culpa era de la tarea y no de una persona.
— Está toda hecha —desde luego, gracias a YoonGi. Nunca la habría terminado sin su ayuda.
SeHun revolvió suavemente su cabello.
— ¿Seguro que estás bien? Pareces triste.
Su preocupación lo conmovió.
— Claro, estoy bien —trató de darle una sonrisa —. Y buenas noticias: puedes llevarte el coche, JiMin me llevará a casa.
— ¿Seguro? Jackson me dijo que me llevaba después del entrenamiento.
— Quiero ir con JiMin. Hace tiempo que no estoy con él.
— Ya me di cuenta. ¿Qué le ha pasado? Antes eran uña y carne.
— No lo entenderías —no tenía ánimos de explicarle.
— Ponme a prueba. En los viejos tiempos uña y carne éramos tú y yo.
El recuerdo hizo sonreír a ambos.
— Compartíamos hasta la misma mantita. Mamá tuvo que cortarla en dos cuando tuvimos edad de tener cada uno su cama. Pero tú seguías colándote en la mía cuando había truenos.
— Y acaparabas todas las colchas. Yo venía a ti para todo, y tú venías a mí.
— Sí, lo hacía —dijo Jin cariñosamente mientras le daba un empujoncito en el hombro—. Pero luego te metiste en el basquetbol y te volviste demasiado popular.
La sonrisa de SeHun se borró.
— Será mejor que nos vayamos. No quiero llegar tarde.
Salieron del coche y Jin le dio las llaves. Iba por la mitad del estacionamiento cuando SeHun lo interpeló diciendo: "atrápala".
Con su falta de coordinación mano-ojo, se le escapó por completo, pero por suerte aterrizó a sus pies. Era la coma de borrar de Iron Man, la que su hermano le había dado el primer día en el jardín de niños. No era más que un pequeño bulto, a penas usable. Jin no sabía que SeHun todavía la guardaba.
— Para que te dé buena suerte. Éste es nuestro último año juntos. Vamos a intentar que sea el mejor, ¿okay?
Jin apartó a un lado la tristeza y asintió firmemente.
