Capitulo 4

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No pude dormir bien en todos estos dias, ahora aquí estoy, hecha un desastre. Mis ojeras eran tan notables que tuve que aplicarme al menos un poco del polvo de mamá, si, porque resulta y pasa que yo no uso maquillaje a duras penas me pongo un labial y siempre es el mismo ya que no tengo más, el que tengo fue un regalo de cumpleaños por parte de mamá, según ella yo debería ser más " femenina" Al diablo con esas tonterías cada quien decide como quiere ser en la vida, no es como si fuera un reglamentario que debe seguirse al pie de la letra, si todos fuéramos iguales sería tan extraño y aburrido.

Me mire por última vez en el espejo. Mal mal no estaba la verdad, al menos ya no se ven tanto las ojeras ¿Eso es bueno no? Decidí dejarme el cabello suelto para cubrirme un poco la cara y no verme tan espantosa. Una vez lista tomé mi teléfono lo introduje en mi mochila mientras bajaba la escalera y salí de casa, no sin antes despedirme de mamá.

Me subí a toda prisa en el autobús en cuanto se detuvo en la parada, por lo visto tendría que ir de pie... está vez no llegaría tarde a clases porque luego quien aguanta uno de los sermones de mi mamá, ¿Son ideas mías o este autobús va más lento que de costumbre? ¿Porque cada vez que tenemos prisa para llegar a un lugar pasan este tipo de cosas? Es como si el destino conspirará en tu contra o al menos eso me parece a mí. El autobús comenzó a andar tan rápido que en el momento en el que se detuvo, caí sobre mi trasero.

Auch, me Levanté sobándome la zona lastimada. Escuché una risa a mis espaldas, deje de sobarme para dedicarle una mirada asesina a quien fuera que se estuviera riendo de mí desgracia. Pero miren... Era nada más y nada menos que ¿Dylan era que se llamaba el condenado? Si ese era su nombre. Al darse cuenta de que lo estaba fulminando con mi mirada se hizo el que no me había visto y miró en otra dirección.

Sabes lo que te conviene Dylancito.

El autobús finalmente se detuvo y me baje rápidamente, mientras miraba fugazmente la hora en mi teléfono iba tan rápido que me tropecé y una vez más me caí. Está vez de cara.

¿Destino estás en mi contra verdad?

Claro que lo estás si no, no me pasarían estás cosas. Escupi el pasto que se había metido en mi boca en medio de la caída y me levanté mientras sacudía mis jeans.

- Ten, se te cayó esto - Me di la vuelta esperanzada para ver quién se apiadaba de esta pobre chica en este día tan desagradable.

Ah solo era Dylan...

- Ah si - lo tome de sus manos - Gracias.

- Deberías tener más cuidado... Digo ya es la segunda vez que te caes - lo miré incrédula.

¡Vaya chico genio, si no me lo hubieras dicho no me habría dado cuenta!

El descarado... ¿estaba reprimiendo una sonrisa?

¡En mi cara!

- ¿Te estás riendo de mí? ¿ Te parece gracioso la desgracia de los demás? - El miró hacia otro lado. Estuve a punto de responder pero luego observé como mi amiga paso a nuestro lado corriendo como si su vida fuera en ello.

- ¿April qué que haces ahi? ¡se nos hace tarde!

- ¡Voy, voy! - le seguí el rastro alejándome totalmente de Dylan.

Entramos corriendo por los largos pasillos hasta que finalmente llegamos hasta la puerta de nuestro salón de historia.

- Estuvieron cerca, por poco llegan tarde nuevamente - Nos miró seriamente doña enojona lunar viviente.

- ¿Entonces quiere decir que no habrá castigo? - pregunté aún con la respiración agitaba. La carrera de hace un rato me dejó exhausta.

- Si, si como sea pasen antes de que me arrepienta.

¿Quien eres? (En Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora