Las Vegas

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#trio #mhm #cuernos #lesbico

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Mi esposo es muy diferente a su hermana, son como dos caras de una moneda.

El psico rígido, ordenando y planeador. Ella extrovertida, impulsiva y alegre. Se quieren mucho pero cada que hay cena familiar en la casa de sus padres terminan discutiendo.

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Esta historia ocurrió hace un año en un viaje de trabajo. Toda una semana en una convención de vendedores en Las Vegas y el resto del fin de semana lo teníamos para descansar y conocer la ciudad.

Obviamente el viernes fue una locura total, remate en el bar del hotel y obviamente mi lado latino y rumbero me hizo meter en mitad de la pista y terminar mostrando mis raíces salseras.

Toda la semana llevaba dándome unas miraditas con uno de los vendedores de la competencia que estaba demasiado delicioso. Esa noche entre copas y copas, le terminé enseñando a ese gringo a bailar.

Cuando fuimos a la barra a rellenar las bebidas, me tomó por la cintura y se me acercó a darme un beso, pero lo detuve colocando la mano en el pecho y le mostré mi anillo de casada. Él se excusó, pero luego se sonrió cuando con los ojos le dije disimuladamente que me siguiera.

Pasamos las puertas de la salida de emergencia, apenas se cerraron y ver que el corredor estaba desierto me le tiré encima desesperada a besarlo, meterle la mano en su entrepierna y cogerle el miembro por encima.

El gringo se excito tanto que me tiro contra la otra pared, me abrió la camisa con fuerza uno cuanto botones se reventaron y se metió entre mi escote a besarme los senos.

Justo en medio del desorden se escucha una jauría salir del bar por el mismo corredor, bailando, con pitos y bebiendo. En segundos quedamos inmersos y separados entre la multitud.

Yo solo me reía y trataba de disimular, bailando, recibiendo más licor de los que pasaban sin quitarle los ojos de encima a esa delicia. El resto del mundo era borroso, hasta que una cara conocida se me hizo justo al frente mirándome de arriba abajo con el labial corrido, el sostén al aire.

Se me heló la sangre, me puse pálida y hasta me temblaron las piernas. «Maldita sea ¿qué hace mi cuñada acá?»

Espero a que toda la multitud desapareciera, dio una mirada a su espalda y al ver lo guapo que era volteó a mirarme haciendo una mueca inquisidora.

- Romi, no es lo que crees

- ¿Ah no? ¿Entonces que es?

- Es que yo...

Me cerró los labios con sus dedos y se me quedó mirando a los ojos levantando una ceja y esbozando una leve sonrisa.

- Hagamos una cosa, yo no digo nada, si me invitas

- ¿Invitas?

- Si, eso mismo, si me invitas a subir con ustedes dos

- ¿Te refieres a...?

- Si, a tener sexo --respondió como si nada-- ¿o es que ya olvidaste ese beso?

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Ese beso, maldita sea, porque hace eso, ¿por qué trae ese recuerdo justo ahora?

El día de mi matrimonio yo estaba demasiado nerviosa, iba de un lado para otro porque él no llegaba y yo me estaba volviendo loca. Romina su hermana entró para hacerme compañía y en medio de todo no sé cómo terminamos besándonos.

Tocaron la puerta, las dos disimulamos y me di la vuelta con la cara roja hacia el tocador simulando que me estaba retocando el maquillaje.

Mi suegra entró para ayudarme a organizar el vestido porque al fin, ya estaba mi futuro esposo por llegar. Ella me miró a los ojos, sonrió mordiéndose los labios y desapareció. Nunca más volvimos a tocar el tema... hasta hoy.

Entre Fantasía & Realidad (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora