Becadas

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#trio #mhm #anal #licor

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En mi casa a todos nos tocó trabajar desde muy pequeños para poder ayudar con los gastos, ni así muchas veces ni alcanzamos a tener las tres comidas.

Cuando salí del colegio empecé a trabajar realizando el aseo en casas a domicilio y así sucedió lo que todos llaman historia de novela cuando uno de los hijos de los dueños se enamoró de mí. Pese a que siempre me habían gustado más las mujeres que los hombres, él se robó mi corazón y nunca sacó provecho sobre mí.

Lo primero que hizo fue pedirme que no volviera a trabajar y meterme a estudiar a la universidad. Fue algo difícil acostumbrarme a estar con personas de alto nivel económico y la mayoría mucho menores que yo.

Hasta que conocí a Sara que se parecía mucho más a mí. Venía de una familia trabajadora que hacía un gran esfuerzo por pagarle la educación con tal de que no le tocara pasar por tantas penurias como a ellos.

Nos hicimos muy buenas amigas, íbamos de arriba para abajo, siempre estábamos juntas en todos los trabajos en equipo. Mi casa se convirtió casi en la suya y hasta se quedaba a dormir cuando nos tocaba trasnochar terminando algún trabajo.

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En el quinto semestre tuvimos las notas más altas de toda la carrera y nos ofrecieron media beca. Ustedes no se imaginan la felicidad, para Sara eso significaba poder alivianar un poco la carga de sus padres y para mi corresponder el esfuerzo que hacía mi esposo.

Nos abrazamos, reímos, la felicidad no nos cabía en la ropa y decidimos comprar algo de licor para celebrarlo. No somos de salir por ahí a tomar o de asistir a las fiestas de los otros compañeros de la universidad, así que nos fuimos para mi casa.

Ella me acompañó a preparar la comida para mi esposo y mientras íbamos tomando, colocamos música de plancha cantábamos a grito herido y bailábamos por toda la cocina. Las dos habíamos sido criadas escuchando ese tipo de música por nuestras mamás y nos sabíamos todas las letras.

Cuando ya llevábamos un poco más de la primera botella de ron, mi esposo me llamó:

- Clau tengo una reunión en el trabajo, me demoró un poco en llegar
- Listo mi vida, pero no te demores que te tengo una sorpresa

Tapamos las ollas y nos fuimos para la sala. A esas alturas ya esperaba que mi esposo estuviera de vuelta para bailar y celebrar. Las piernas se me movían solas, empecé a bailar y no me aguante e invite a Sara a bailar conmigo.

De trago en trago, de baile en baile se me subieron todos los calores y sin siquiera estar consciente de lo que estaba a punto de hacer. Le empecé a coquetear, a pegarla más a mi cuerpo y acariciar su espalda. Ella se veía un poco nerviosa, pero seguía bailando y sonriendo.

- Sara te puedo confesar algo? --con la cara roja--
- Yo sé
- Qué sabes?
- Nada, yo sé no tienes que decirme
- Pero ¿qué sabes?
- Te gustan las mujeres

Peor de roja me puse y me dio algo de vergüenza porque por primera vez no la estaba viendo como mi amiga y me moría de ganas por besarla. Ella se rio, me separo mientras bailábamos, me hizo dar un par de vueltas, volvió a abrazarme y quedamos con la cara muy cerquita.

- Eso no tiene nada de malo, relax

Yo me reí y ella me volvió a separar y yo la hice dar otras vueltas sobre mi mano.

- Y cómo es eso que ya sabías?
- Porque en la universidad cuando estás distraída no te das cuenta y miras a las mujeres
- No que pena ¿en serio?
- jajajaja sí. Además, cuando uno también es así --me miró a los ojos-- lo nota más fácil
- ¿Acaso vos también...

Entre Fantasía & Realidad (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora