𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏 𝑓𝑡. klaus m. [pausado]

𝒙𝒙𝒊𝒊𝒊. 𝑏𝑖𝑟𝑡ℎ𝑑𝑎𝑦 ℎ𝑎𝑝𝑝𝑦, 𝑐𝑎𝑟𝑜𝑙𝑖𝑛𝑒

▅▅▅▅▅▅▅ ¡ 𝙲𝙷𝙰𝙿𝚃𝙴𝚁 23 !
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—¿𝓒ómo que no?

Le miré de manera directa sin dudar en mis palabras pero dudando en las suyas. ¿De verdad no estaba dispuesto a dejarlo todo atrás? ¿De verdad quería seguir con esto? Tal vez él estaba acostumbrado a llevar toda su vida huyendo de su padre como un cobarde, por miedo. A vivir con miedo, a vivir encerrado, sintiendo que en algún momento todo se podría acabar, pero ¿qué clase de vida era esa?

Para vivir así prefieres no vivir.

¿Quién podría vivir en paz si tenía a Klaus Mikaelson como enemigo? ¿Quién desearía pasarse el resto de su vida huyendo, llorando, lamentándose de muertes ajenas que él iba dejando a su paso? Qué mala suerte para el que fuera inmortal, tendría todo el tiempo del mundo para vivir. Pero yo, no. Era mortal, podría morir cuando a él le diera la gana y no planeaba gastar mi tiempo de vida en sentirme acosada, amenazada de muerte, no quería sentirme así por él. Y él era el causante de ello. No quería sentirme como Klaus, y tampoco quería ser un monstruo como él.

Por ende, si me alejaba me sentiría liberada.

—Por favor, déjame en paz. Necesito estar a solas.

—Antes hay algo que tengo que hacer por ti.

Mordió su muñeca y una mayor cantidad de sangre a la que caía por mis manos apareció en las suyas. La llevó hacia mi boca impidiéndome que tomara la decisión de curarme por medios naturales. Hasta que no conseguí tragarme una gran cantidad del líquido escarlata no se quedó tranquilo. Me obligó a dejar mis muñecas sobre su regazo y cuando se curó la última raja la retiró de mi boca.

Busqué aire por todos los medios posibles. Me había ahogado con tanta intensidad.

—Tengo que hacer otra cosa por ti.

Klaus me dio la espalda y dejé de tener una clara visibilidad sobre él. Probablemente se encontraría a mis espaldas pero sabía que si me giraba a verlo las lágrimas que estaban acumulando en mis lagrimales caerían, como ya había pasado cada vez que me obligaba a aguantarle la mirada. Por un momento, cuando no sentí su presencia, pensé que volvería a llorar de nuevo. Pero ahí estuvo él, sujetando mi brazo para obligarme a bajar del muro de piedra.