Cuidarte el Alma

Capítulo 3

Alina

Bonni Balaster no solo me escucha cuando tengo algo que decir, sino que también la considero como una figura maternal en mi vida. Los Balaster son los dueños de Horizonte, ayudan a jóvenes adultos a vivir de forma saludable, además de enseñar técnicas sobre cómo sobrevivir a los tropiezos que enfrentan en el día a día.
Paso por mi escritorio y busco mi mochila para luego dirigirme a la oficina de Bonni. Golpeo dos veces y pronto la escucho responder. Abro la puerta lentamente y ella me recibe como siempre lo ha hecho desde que la conozco. La hermosa sonrisa en su rostro me llena de paz y de energía positiva.
—¡Buenos días, Alina! —su dulce voz me recibe.
—¡Buenos días! —respondo de manera corteé, y continúo—. Pasaba para ver si necesitabas algo más antes de marcharme. Hoy es la orientación para la práctica de Enfermería. Como te había comentado la semana pasada, solo tomará unas horas, así que regresaré en la tarde para ayudar con la cena y luego me iré a casa.
—Alina, te he dicho muchas veces que puedes tomar los días libres que desees. Si no estás estudiando, siempre estás aquí. Llevas siete años con nosotros y nunca has querido vacacionar.
Bonni tiene toda la razón, pero en estos momentos solo quiero dedicarme a la que será mi profesión y seguir con mi trabajo en Horizonte. El lugar se ha convertido en un sitio muy especial para mí, ya que me ha abierto las puertas para poder obtener un futuro digno.
«Sebastián está aquí». Mi subconsciente me alerta.
—¿Te encuentras bien? Te noto un poco nerviosa —su voz hace que regrese a la realidad.
—La verdad es que no. ¿Recuerdas las veces que te he hablado del único novio que tuve? — Con rapidez, la veo darme el sí moviendo su cabeza varias veces. Y, con un nudo en la boca de mi estómago, le explico—. Sebastián es uno de nuestros pacientes... —Mi voz sale en un llanto. Llevo una de mis manos a controlar el temblor que ofrecen mis labios.
Bonni se levanta de su silla en un salto y, luego de tres pasos, mi cuerpo está refugiado en su abrazo. Las lágrimas inician su descenso, no las quería sacar, pero saber que él está aquí significa que no está bien de salud. Siempre quise buscarlo, reencontrarme con él. Sin embargo, el miedo hacía que retrocediera a ese tipo de pensamientos.
—Alina, escúchame... —Los brazos de Bonni me sueltan para poder secar la enorme cascada que cae por mi rostro—. Entiendo lo que sientes, pero creo que es importante que comprendas que, si él está aquí, es porque no desea vivir más en malestar y sufrimiento; que, por el contrario, desea buscar bienestar físico y mental.
Bonni es de las pocas personas que escucho con claridad. Cada una de sus palabras llega hasta lo más profundo de mi ser, donde escondo todos mis sentimientos. Sus manos continúan secando mis lágrimas, aunque sus expresiones me han llevado a reconocer que, bajo cualquier circunstancia, Sebastián decidió ingresar en Horizonte porque quiere, de alguna manera, mejorar su vida.
Tengo miedo, no solo en saber su realidad, sino a la idea de que, si me acerco a él, estoy segura de que tarde o temprano le tendré que contar sobre mi propia vida.
—Tómalo con calma. Ambos dejaron de ser las personas que una vez conocieron —insiste Bonni—. Y, por lo que me has contado, en ese entonces había respeto y amor. ¿Qué te da a entender que esos mismos sentimientos no pueden desarrollarse según lo que ustedes se han convertido hoy en día?
Recibo otra de sus sonrisas, la cual calma un poco mis nervios. La abrazo fuertemente para agradecerle por sus palabras. Arreglando mi mochila sobre uno de mis hombros, salgo de su oficina con la cabeza en alto, aunque mi futuro sea incierto.

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